Hay una etapa en la vida (a cualquier edad) en la que volvemos la vista atrás y hacemos un recuento de cómo nos ha ido hasta ese momento. ¿Quieren saber un poco de las cosas que he tenido la fortuna de vivir? ¿No? Ni modo, lo voy a relatar de todas maneras, depende de usted seguir adelante leyendo. Desperté a la realidad de la vida cuando leí en los periódicos que se había lanzado el primer satélite artificial, el Sputnik soviético. Era apenas un muchacho y no tenía idea de que eso era posible. No mucho tiempo después le siguió un satélite tripulado por el primer ser vivo, una perrita llamada Laika.
Luego Yuri Gagarin se convirtió en el primer ser humano en orbitar la Tierra. Los portentos espaciales siguieron. Me desvelé toda la noche para ver cómo Neil Armstrong ponía su pie en la Luna, ¡el primer hombre en la Luna! Ya había leído a Verne, pero eso era ficción, ahora yo lo estaba viendo en vivo y en blanco y negro.
Puedo decir que, en el orden de las cosas que me ha tocado ver, la llegada del hombre a la Luna es la más trascendental, grandiosa y épica que ha ocurrido en la historia de nuestra civilización, no hay nada que se le compare.
Vi también el comienzo de la TV a colores, así como el primer jet comercial, un avión de la BAC llamado Comet, el cual fue sacado del aire prontamente ya que tenía la tendencia a desarmarse en el aire. Cuando eso sucedió no se sabía de una cosa denominada “fatiga metálica”.
Me emocionó enormemente el primer trasplante de corazón, evento que tuvo lugar en Sudáfrica, nadie lo hubiera pensado ¿verdad?
Le siguieron en otras partes del mundo y ahora los trasplantes de la mayoría de los órganos son cosa común, aún en países no muy desarrollados.
La primera computadora de la que tuve noticia era una máquina casi tan grande como un automóvil, la cual tenía que estar en un lugar con clima especial (muy bajo) para evitar que se fundiera.
Cualquier teléfono inteligente tiene millones de veces más capacidad que la 360 de la IBM, así se llamaba el enorme aparato.
El cine se había adelantado a la realidad por miles de años. Una película fabulosa llamada El Planeta Desconocido (Forbidden Planet) me robó la mente, así como la de la mayoría de los adolescentes de aquella época.
Rayos desintegradores, naves intergalácticas y un robot (padre de todos los robots del cine) cuyas capacidades aún no son alcanzadas por la robótica actual, aunque no creo que tarde mucho.
Yo vi la llegada de Elvis y Los Beatles, así como la despedida de los cantantes románticos de voz suave y melodiosa, vestidos de saco y corbata con el cabello cuidadosamente peinado.
He tenido la fortuna de ver los actuales maravillosos avances en el campo de la computación e informática y estoy presenciando el desarrollo de la Inteligencia Artificial, mientras un telescopio ubicado a millón y medio de kilómetros de la Tierra nos envía fotografías del espacio profundo, allá, desde donde ningún hombre antes había visto jamás.
He visto romperse todos los récords olímpicos.
Usain Bolt, un portento, corrió cien metros en 9.8 segundos, nadie lo ha superado, pero alguien lo hará.
Presencié la llegada de Fidel Castro al poder y puedo decir con sinceridad que, al principio, como el mundo entero, veía en él un verdadero héroe.
Yo, con los ojos abiertos al máximo de admiración, me aprendí y canté el himno de la Revolución Cubana; gran decepción.
Por cierto Fidel, la historia no te absolverá (yo leí su ensayo).
También he visto a Singapur, casi paralelamente con Cuba, transformarse de un pueblo miserable en uno de los países más ricos del mundo, con libertad y democracia, demostrando que para lograrlo no se necesitan tiranos sino patriotas.
Tampoco son necesarias ideologías estúpidas y engañosas, lo único que se requiere es trabajo y honradez.
He visto héroes ser desenmascarados por la realidad, campeones a los que se les ha descubierto la trampa, así como a seres humildes alcanzar reconocimiento mundial.
También he comprobado que el oro siempre brilla, aunque no todo lo que brilla es oro y que, detrás de éste, siempre hay una jauría humana buscando la mejor manera de quitarle lo ajeno a la gente.
He visto cambiar el mundo varias veces y he tenido la fortuna de lograr casi todo lo que me he propuesto, especialmente debo mencionar algo que la fortuna me ha dado y con lo cual cierro casi siempre la mayoría de los correos y mensajes que envío: Salud, larga vida y prosperidad.