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lunes, abril 21, 2025

Volviendo a lo cotidiano: Sindrome postvacacional

El tiempo como tal siempre será siempre relativo, un suceso feliz lo acelera y un proceso doloroso lo frena. Cuando llegan las vacaciones o días libres por alguna celebración, nos llenamos de tanta energía, de mucho entusiasmo, pensamos hacer tantas cosas, que sentimos que el tiempo no nos ajusta.

Pero pasados estos días, viene el agotamiento mental y corporal, del cual es difícil desprenderse. En lo personal yo no estoy de acuerdo en poner nombre a todo lo que nos pasa, pero los seres humanos tendemos a categorizar y etiquetar todo lo que nos ocurre para poder entenderlo mejor.

Es por ello que los expertos definen el SINDROME POSTVACACIONAL como un fenómeno psicológico que afecta a muchas personas tras un periodo de vacaciones, especialmente después de un descanso prolongado como las vacaciones de verano o fin de año. Aunque no se considera una enfermedad como tal, sí representa un estado transitorio de malestar emocional y físico que puede impactar el bienestar y el rendimiento laboral o académico.

Este síndrome aparece generalmente en los primeros días tras reincorporarse al trabajo o a la rutina habitual. Se caracteriza por una serie de síntomas físicos y psicológicos que reflejan la dificultad para adaptarse nuevamente a las obligaciones diarias. Los síntomas del síndrome postvacacional pueden variar en intensidad y duración, pero suelen incluir:

  • Cansancio y fatiga persistente, incluso sin haber realizado un gran esfuerzo físico.
  • Falta de motivación para retomar actividades laborales o académicas.
  • Tristeza, irritabilidad o ansiedad sin una causa aparente.
  • Dificultad para concentrarse o mantener la atención.
  • Alteraciones del sueño, como insomnio o sueño poco reparador.
  • Dolores musculares o cefaleas, relacionados con el estrés o el cambio de ritmo.

Estos síntomas, aunque molestos, suelen desaparecer por sí solos en un plazo de una a dos semanas.

El cambio abrupto entre un periodo de relajación y uno de obligaciones puede generar un choque emocional. Durante las vacaciones, el cuerpo y la mente se acostumbran a ritmos más lentos, mayor libertad y menos presión.

Al volver a la rutina, especialmente si esta no resulta gratificante, se genera una sensación de frustración y resistencia al cambio.

Lo ideal es prevenirlo, evitar su aparición. Para ello, pueden llevar a cabo algunas conductas como:

  • Puede descansar un día antes del final de nuestras vacaciones para su adaptación, ya que esto nos permite prepararnos física y mentalmente para el retorno a la actividad laboral.
  • Adaptar los horarios a los habituales de forma suave y progresiva, poco a poco volver a lo común y cotidiano.
  • Empezar de manera gradual con las actividades de trabajo, comenzar con las que resulten más agradables. Y si usted acostumbra llevar trabajo a casa, no lo haga en los primeros días.
  • Aprovechar los tiempos de descanso para realizar alguna actividad agradable, para las relaciones sociales entre compañeros o familiares.
  • Organizar el regreso de forma gradual, si es posible, puede volver al trabajo un martes o a mitad de semana puede facilitar la adaptación.
  • Mantener hábitos saludables, antes de comenzar la rutina diaria, dormir bien, alimentarse de forma equilibrada y hacer ejercicio físico son claves para el bienestar emocional.

Si usted empezó esta semana con el ceño fruncido y el rostro amargado, intente llevar a cabo alguno de estos consejos, ya que la mente tiene sus propios estilos y ama todo aquello que le repite un buen recuerdo, así que; ahí donde está, en medio de su jornada laboral, le aseguro que también ha tenido buenos momentos, haga memoria de alguno de ellos y enfóquese en ello, para refrescar un poco su estado de ánimo.

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