La originalidad, el género, la magnitud del análisis, una salud auténtica con medicamentos, enseñanza única y genuina, el saneamiento del ecosistema, la declaración actual y penetrante, unidas al intercambio de ideas, dan una seguridad en los regímenes que administran los planes de la vida, como manifestación central que se prolonga en ayuda eficiente hacia la colectividad sin distinción de ninguna especie, o trato dirigido a consideraciones peculiares o específicas.
Dentro de la lógica formal, las diversas personas tienen que estar bien informadas, si atávicos dramáticos o contemplaciones inesperadas, para que las autoridades justifiquen sus actuaciones, sin imponer versiones sin la verdad de los hechos, los conceptos y las valiosas circunstancias que consienten caminar por senderos previamente controlados y distanciados de la realidad y exactitud de los variados e impositivos conceptos o acontecimientos.
Sin lugar a discusiones, los niños, los adolescentes y los ancianos merecen una protección especial por parte de la entidades o instituciones encargadas de atender y prevenir sus necesidades sean imperiosas o referentes. Una noble causa de notable admiración y virtuoso afán de ayuda eficaz, conveniente y permanente, se forja en las organizaciones primarias y de sustancial apoyo, consiguiendo metas y objetivos que tengan, a manera primordial, un resultado de mejoramiento y elogio de obligaciones para todos los infantes, los jóvenes o adolescentes y los elementos que han llegado a la tercera edad. Tal finalidad presupone una meritoria labor gubernamental de gran transcendencia para Honduras, nuestra estimada y apreciada patria.
Si de manera imparcial observamos detenida y exhaustivamente, los variados y desemejantes escenarios de la situación actual de la niñez, la juventud y la ancianidad, conseguimos o lograremos las conclusiones, de que muy poco se ha realizados en torno a un genuino amparo o protección. Muchos niños y ancianos caminan por las calles y lugares de la Nación, viviendo de la limosna por la venta de objetos, limpieza o cuidado de automóviles, de lustrar o enlucir zapatos y algunas otras actividades que no son propias de una sociedad que propende al desarrollo económico y social sostenido en todos los niveles de la existencia humana.
Hay una completa desintegración familiar que debe terminar en el país. Los ancianos o almas de la edad avanzada, han sido abandonados y desamparados de su circulo familiar, desestimados por motivos y condiciones un tanto conocidas, la falta de oportunidades o fuentes de trabajo, la carencia de labores para tales personas, y en general, la inexistencia de una proyección general futurista de los Administradores del Estado y Las Organizaciones de Orden Privado, que no han desarrollado un labor que tenga en consideración un bordado eficiente y productivo que les permita vivir en condiciones de dignidad y honorabilidad.
Estamos en presencia de una responsabilidad compartida.
Hay que buscar mecanismos legales con la finalidad de que no existan impedimentos a la edad avanzada para su colocación en puestos o cargos de actividades comerciales, industriales y de dirección o ejecución de operaciones , mismas que permitan su incorporación con relación a su edad, su capacidad, energía, voluntad y salud; abriendo las puertas de esta
representación a una gama extensa de derechos a él agrado de cualidades. El vigor de la niñez, la pujanza de la juventud y la experiencia de los viejos forman el trinomio perfecto en calidad de una disyuntiva en la función social de los que administran el país.
Por tal orden de ideas, la vivacidad y afirmación comunicativa de los hechos, garantizan una verdadera jubilación dentro de una gama extensa de eficiente preponderancia y merecido descanso a la Tercera Edad.
ERNESTO ALVARADO REINA.
ABOGADO Y NOTARIO