Un escrito –asistido por la IA– sobre el fenómeno Pigmalión en base a reflexiones contenidas en unas “pildoritas”: “La psicología social ha demostrado, a través del “efecto Pigmalión”, que las expectativas que proyectamos sobre los demás –ya sean positivas o negativas– moldean su desempeño. Este fenómeno, estudiado originalmente en entornos educativos, revela una verdad universal: cuando depositamos fe en la capacidad de un individuo o institución, les impulsamos a alcanzar su mejor versión”. “Por el contrario, el escepticismo constante y la desconfianza sistemática pueden minar su potencial, convirtiendo el pesimismo en una profecía autocumplida”. “La declaratoria unánime del CNE sobre los resultados de las primarias, transmitida en cadena nacional, actuó como un bálsamo en medio de una atmósfera cargada de tensiones. Hasta ese momento, el discurso público estaba dominado por pronósticos catastróficos. Sin embargo, la transparencia y contundencia del anuncio desactivaron temporalmente la bomba de incertidumbre”.
“Aquí opera el efecto Pigmalión: al asumir que el CNE “podía” cumplir su rol –a pesar de dudas previas–, se le otorgó un margen de acción que permitió validar un proceso complejo”. “El resultado no fue solo técnico, sino simbólico: demostró que, incluso en medio de desafíos logísticos y políticos, las instituciones pueden responder cuando se les concede credibilidad inicial”. “Y del aliento atrofiado por la tensión se pasó a un respiró de tranquilidad”. La pregunta inteligente sería: ¿por qué insistir en una narrativa que solo riega «baldes de desconfianza”? “Si las primarias, con sus bemoles, lograron movilizar a miles de ciudadanos, ofrecer un mecanismo de participación y entregar resultados aceptados por los contendores, ¿qué se gana con seguir escarbando más el hoyo hasta hacerlo tan profundo que se los trague a todos?”. “El efecto Pigmalión advierte que un enfoque obsesivo en lo negativo –por legítimas que sean las críticas– termina por erosionar la percepción de integridad del proceso”. Si medios, líderes y opinión pública no cambian el discurso para infundir confianza se siembra en el imaginario colectivo la idea de que las elecciones generales estarán viciadas “antes de ocurrir”. “¿No sería más productivo destacar lo que funcionó –tanto lo que salió bien, la participación ciudadana o la capacidad de organización– para construir sobre ello?”. “Cuando la desconfianza se vuelve arma política: Exigir transparencia es un derecho democrático, pero hay una línea sutil entre fiscalizar y sabotear”. “Si cada paso del CNE es sometido a un escrutinio agresivo, basado más en especulaciones que en hechos, la percepción pública podría desplazarse peligrosamente”. “El proceso electoral sufriría las consecuencias, bajo una percepción que no existe interés que haya elecciones generales como salida a lo actual”. “Esto alimenta narrativas extremas –«todo está perdido», «no vale la pena votar»– que benefician a actores interesados en el caos”.
“El efecto Pigmalión, en su faceta negativa, entra aquí: si se asume que el proceso electoral fracasará se alimenta esa noción perversa que, convertida en creencia colectiva, acaba por derrotar toda esperanza”. “Las instituciones no son infalibles, pero tampoco lo son los sistemas electorales en democracias consolidadas. La clave está en crear un círculo virtuoso donde la crítica sea constructiva y el reconocimiento de los aciertos motive mejoras”. “Por ejemplo, destacar que las primarias superaron obstáculos técnicos y políticos podría elevar la moral del CNE, reforzar sus protocolos para las generales. Esto no implica omitir fallas, sino equilibrar el discurso: una sociedad que exige cuentas, pero también celebra avances genera instituciones más resilientes”. “Persistir en el acoso al CNE –tirando cortinas de humo de intereses disfrazados– bajo la excusa de «esclarecer lo que no ocupa más esclarecimiento ya que todo mundo sabe lo que pasó», solo alimenta la polarización y deslegitima anticipadamente las elecciones generales”. “El efecto Pigmalión nos recuerda que las instituciones son, en parte, reflejo de lo que esperamos de ellas. Si en lugar de enterrarlas en retórica negativa, se les exige, pero también se les otorga un voto de confianza, es posible transformar la desesperanza en un motor de cambio”. “Al final, quienes ganan con una narrativa constructiva no son solo el CNE o los partidos, sino la ciudadanía, que merece creer en un proceso electoral creíble”. Como escribió Ovidio en el mito de Pigmalión, “a veces, es la fe en lo posible lo que da vida a lo que parece inerte”. (¿Qué te parecieron –entra el Sisimite– las pinceladas dadas con asistencia de la inteligencia artificial? -¿Crees –ironiza Winston– que la sonrisa de la pintura (ni hablar de la Mona Lisa) sugestione, la asimile, y no solo eso, la entienda, la inteligencia ordinaria?).