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lunes, abril 21, 2025

¿UNAH Cortés?, ¿en serio?

El segundo centro universitario más importante de Honduras, UNAH-VS (Universidad Nacional Autónoma de Honduras en el Valle de Sula), ha sido un pilar educativo y cultural en la región norte del país. Sin embargo, recientemente, las autoridades de la UNAH en Tegucigalpa han decidido cambiar arbitrariamente su nombre a UNAH Cortés, sin ningún proceso de socialización o consulta con la comunidad universitaria. Este cambio constituye una decisión arbitraria que muestra falta de consideración para muchos estudiantes del Valle de Sula y diversas zonas aledañas que asisten a UNAH-VS.

Este cambio de nombre tiene un profundo impacto en la identidad de la comunidad universitaria. UNAH-VS no solo representa un nombre, sino una historia, una cultura y un sentimiento de pertenencia para miles de estudiantes, profesores y egresados. El nombre UNAH-VS ha sido símbolo de orgullo y esfuerzo para aquellos que han trabajado arduamente para obtener su educación en la institución. Cambiarlo a UNAH Cortés sin ninguna consulta previa es un desdén inaceptable hacia todos aquellos que han contribuido a la grandeza de la universidad. Desde luego, las reacciones de estudiantes y profesores no se han hecho esperar y es que muchos sentimos que este cambio ignora la diversidad de la comunidad a la que la universidad sirve. UNAH-VS acoge a estudiantes no solo de Cortés, sino también de Yoro, Atlántida, Colón y Santa Bárbara, entre otros lugares. Reducir su identidad a un solo departamento es una simplificación que no refleja la realidad demográfica de la universidad.

La principal molestia que genera el cambio es la falta de socialización y participación en la toma de decisiones. Las autoridades en Tegucigalpa han actuado de manera unilateral, sin considerar las opiniones y sentimientos de la comunidad universitaria del Valle de Sula y en una época donde la transparencia y la participación ciudadana son valores fundamentales, la decisión representa un retroceso significativo. Además, la medida puede ser percibida como una forma de discriminación ya que, al no involucrar a la comunidad afectada en la toma de decisiones, las autoridades de CU demuestran una actitud centralista y autoritaria. Este tipo de decisiones centralizadas y desconectadas de las realidades locales solo sirven para aumentar la desconfianza y el resentimiento hacia las autoridades universitarias en Tegucigalpa, cuyo centro acapara prácticamente todos los recursos, dejando con menos que migajas a los demás centros universitarios en el resto del país que luchan por mantenerse a flote con instalaciones e infraestructura dañada y una alarmante falta de recursos que no se destinan a mejoras esenciales debido a la centralización extrema.

Es decepcionante también la pasividad demostrada por las autoridades en UNAH-VS. Su silencio y falta de acción ante la tremenda falta de respeto es una traición a los estudiantes y al personal docente que confían en ellos para defender sus intereses. La indiferencia y la falta de un pronunciamiento firme solo alimentan la sensación de impotencia y abandono en la comunidad universitaria del Valle de Sula. Además, poco después de cambiar el nombre en redes sociales de UNAH-VS a UNAH Cortés, se realizó otro movimiento igual de preocupante: la foto de perfil fue modificada para mostrar solamente ‘UNAH’.

Este cambio es una señal clara de flaqueza o tal vez de un intento descarado de borrar por completo nuestra identidad local. Al eliminar cualquier referencia específica a nuestra región, las autoridades de Tegucigalpa parecen tener la intención de diluir nuestra identidad y autonomía dentro de la vasta burocracia de la universidad nacional. Este podría ser un paso más en una estrategia sistemática para centralizar el control y apagar las voces de las comunidades regionales que han construido y sostenido sus propios centros universitarios con tanto esfuerzo y orgullo. El cambio de nombre podría parecer algo pequeño, pero posiblemente es solo el inicio de muchos más cambios y atropellos sin consulta ni aviso. Debemos demostrar firmeza desde ya, pues la complacencia solo invitará a más decisiones arbitrarias que pasarán por encima de nuestra comunidad. Cada cambio impuesto sin diálogo erosiona nuestra capacidad de auto-gobierno y nuestro derecho a participar en las decisiones que nos afectan directamente.

Es imperativo que reflexionemos sobre este hecho y nos preparemos para defender con convicción nuestra identidad y autonomía. No podemos permitir que Tegucigalpa maneje a nuestro centro universitario y a nuestra comunidad a su antojo, ignorando nuestras voces y necesidades. Es hora de exigir a las autoridades que actúen con responsabilidad y respeto hacia aquellos a quienes sirven. Involucrémonos, expresemos nuestras opiniones y trabajemos juntos para asegurar que las decisiones que afectan a nuestra educación y futuro se tomen de manera justa y equitativa. Si permitimos que este tipo de atropellos continúen sin oposición, nos arriesgamos a que el mismo desprecio por la consulta y el consenso se extienda a otros ámbitos. La falta de socialización y respeto hacia las comunidades afectadas puede sentar un precedente peligroso, debilitando la cohesión social y fomentando un clima de autoritarismo y desconexión entre los gobernantes y los gobernados. Defendamos la integridad de nuestras instituciones educativas y construyamos un futuro donde las decisiones se tomen con transparencia, inclusión y respeto mutuo.

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