Un duelo bien llevado se caracteriza generalmente por cinco etapas:
La negación.
La ira.
La depresión.
La negociación.
La aceptación.
Desde luego que no siempre se observarán en ese orden necesariamente. Ahondemos un poco sobre esto entonces, hablemos sobre el duelo, ese proceso tan doloroso y complicado por el cual pasamos (o deberíamos pasar) después de una pérdida importante en nuestra vida, llámese empleo, relación de pareja, un ser querido que se ha alejado o muerto, nuestros bienes o una amistad, y que debería durar unos seis meses o un año dependiendo de varios factores.
En esta ocasión nos referiremos específicamente a la pérdida de una relación de pareja que ha sido importante. Para comenzar, es menester saber que vamos a estar bien a pesar de lo que parezca al principio, ese momento en el que nos cuesta aceptar (es el momento de la negación, no queremos aceptar esa realidad), que esta persona ya no formará parte de nuestro día a día, de nuestra atención, de nuestro tiempo… de nuestra vida.
Nos encontraremos en la etapa del dolor y debemos afrontarla, como sea, pero afrontarla, no reprimirla, por favor. La etapa de la ira se va a dejar venir, ira contra nosotros mismos, contra la expareja, contra el mundo y seguramente aumentará en esos incómodos momentos en que nos encontramos con esta persona, pero no hay que preocuparse, es normal sentirse así. Luego nos encontraremos en la fase de la negociación, en la que debemos ponderar los pros y contras de ya no tener lo que teníamos y créanme, si pasamos por todas estas etapas como debe ser, entonces llegaremos finalmente a la aceptación: «Lo acepto, te perdí y sigo con mi vida».
¿Sabe cuándo se complica todo?, cuando se evade todo esto creyendo poder seguir adelante «saltándose» este proceso.
Si usted no se da el tiempo de vivir su duelo y se queda «atrapado» en alguna de las primeras fases, entonces corre el riesgo de que su amargura se alargue innecesariamente.
Aquí pienso en el neurólogo y psiquiatra austriaco Viktor Frankl, fundador de la logoterapia (terapia centrada en la cura a través de la búsqueda del sentido de la vida), sobreviviente de los campos de concentración nazi en la Segunda Guerra Mundial y autor del estupendo libro El Hombre en Busca del Sentido, cuando dice que el dolor en muchas ocasiones es inevitable pero la prolongación de ese dolor (el sufrimiento) es definitivamente… opcional.