Un fenómeno sin precedentes sacude a la comunidad astronómica: un agujero negro supermasivo, anteriormente inactivo, ha comenzado a emitir intensas llamaradas de rayos X de forma regular, desafiando las teorías actuales sobre el comportamiento de estos objetos extremos.
Ubicada a 300 millones de años luz de la Tierra, en la constelación de Virgo, la galaxia SDSS1335+0728 nunca había sido motivo de gran interés para los astrónomos.
Sin embargo, eso cambió drásticamente en 2019, cuando comenzó a brillar repentinamente con una intensidad inusual.
El fenómeno llamó la atención de telescopios en todo el mundo y, en febrero del año pasado, astrónomos en Chile detectaron algo aún más extraordinario: estallidos regulares de rayos X provenientes del centro galáctico.
Según un estudio publicado recientemente en la revista Nature Astronomy, estos estallidos son señales claras de que el agujero negro supermasivo en el corazón de la galaxia (apodado “Ansky”) está saliendo de un largo período de letargo.
“Este evento raro proporciona una oportunidad única para observar el comportamiento de un agujero negro en tiempo real”, explicó Lorena Hernández-García, astrónoma de la Universidad de Valparaíso en Chile y una de las autoras del estudio.
Las emisiones detectadas, conocidas como erupciones cuasiperiódicas (QPE, por sus siglas en inglés), son particularmente misteriosas: tienen una duración y luminosidad diez veces mayores que lo habitual, y se repiten cada 4,5 días, el intervalo más largo jamás registrado para este tipo de fenómeno.
Los agujeros negros supermasivos, como el que habita en el centro de nuestra propia galaxia, la Vía Láctea, suelen pasar por largos períodos de inactividad, devorando solo ocasionalmente materia que se cruza en su camino.
Cuando esto ocurre, los restos de una estrella o nube de gas forman un disco de acreción que gira violentamente alrededor del agujero negro antes de ser engullido. No obstante, en el caso de Ansky, los astrónomos no han detectado evidencia de una estrella recientemente destruida.
Joheen Chakraborty, estudiante de doctorado en el MIT y miembro del equipo investigador, señaló que cada estallido libera “cien veces más energía de lo que hemos visto en otros lugares”.
La intensidad y periodicidad de las QPE de Ansky están desafiando los modelos existentes, empujando a los científicos a replantear sus teorías.
Una de las hipótesis plantea que las llamaradas se deben a un pequeño objeto celeste (posiblemente una estrella) que cruza el disco de acreción del agujero negro en una órbita particular, sin llegar a ser consumido.
“Imagina un agujero negro y un disco a su alrededor… y una estrella que cruza ese disco dos veces en cada órbita, emitiendo llamaradas, pero sin ser arrastrada hacia adentro”, explicó Norbert Schartel, científico jefe del telescopio XMM-Newton de la Agencia Espacial Europea.
A pesar del entusiasmo por este descubrimiento, los astrónomos coinciden en que aún hay más preguntas que respuestas.
“Para las QPE, todavía estamos en el punto donde tenemos más modelos que datos”, concluyó el astrónomo Erwan Quintin. “Necesitamos más observaciones para entender qué está sucediendo”.
El despertar de Ansky podría representar una oportunidad única para comprender mejor la física extrema que rige en los alrededores de los agujeros negros.
Mientras tanto, la comunidad científica se prepara para seguir observando atentamente este espectáculo cósmico.
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