Lamentablemente, y como dicen con demasiada frecuencia, “cierto, pero hay algunos que son más iguales que otros”.
Los Estados Unidos, cuyas instituciones se encuentran bajo el permanente mensaje desestabilizador de Donald Trump, de nuevo han demostrado que, por lo menos allí, y creo que, en la mayoría de los casos, todos son iguales ante la ley.
Donald Trump, que recientemente fue encontrado culpable de 34 cargos, ni siquiera esperó a conocer el resultado del juicio para empezar a despotricar contra el sistema judicial norteamericano, llegando inclusive al absurdo de declarar -sin ninguna prueba y sin el menor respeto- que el propio presidente Biden había enfocado los cañones judiciales en contra suya y hasta acusó al jurado (cuya identidad permaneció todo el tiempo en secreto) de haberse vendido y que todo era una “cacería de brujas”.
Las acusaciones contra Trump estaban respaldadas por evidencia fuera de toda duda, como son registros bancarios, cheques con su nombre y firma, declaraciones de la actriz de cine porno Stormy Daniels y del abogado Michael Cohen, quien tenía a su cargo realizar los trabajos sucios, como comprar el silencio de ésta para que no se supiera de sus aventuras sexuales con Trump.
Aun así, el expresidente sigue diciendo que todo se trata de persecución política.
Bien, afortunadamente hace dos días otro alto personaje, esta vez Hunter Biden, hijo del propio presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, fue encontrado culpable de un delito relacionado con armas ilegales que le puede costar hasta 25 años de cárcel.
¿Por qué?, afortunadamente, pues porque el veredicto del jurado (similar al de Trump) viene a demostrar que la balanza de la justicia no se inclina del todo políticamente en ese país, ejemplo que los demás debemos seguir, estando casi acostumbrados a la corrupción en nuestro sistema judicial.
El hijo del presidente de los Estados Unidos, en funciones, en la cima del poder, el hombre más poderoso del planeta, ha sido encontrado culpable, ¿no es acaso una increíble maravilla?
Pobre de él, pero, que pague las consecuencias de sus actos, la posición de su padre no lo pone por encima de la ley.
Trump no se quedará callado, de alguna manera inventará algo para desacreditar la magnífica lección de la sentencia de Hunter Biden.
A los fanáticos de Trump no les importa que el hombre ya antes había sido encontrado culpable de violar a una periodista, siendo posteriormente encausado por haberla difamado y condenado a pagarle una millonaria indemnización.
Tampoco les importa que Trump utilice el dinero de las donaciones de apoyo a la campaña para pagar sus deudas legales personales, incluyendo 120 mil dólares para silenciar a Stormy Daniels y, quizá, hasta las costas del juicio en que acaba de ser encontrado culpable.
Capaz de decir 5 mentiras en 4 palabras, Trump es un fenómeno muy pocas veces visto en la historia de la humanidad, inclusive quizá es un caso único.
Otros políticos han perdido el apoyo popular por mucho menos que eso. Pero es que ninguno se ha atrevido a tanto. Trump salió vendiendo las llamadas “Biblias Trump” mientras se llevaba a cabo el juicio por el asunto de la actriz porno, el colmo de los colmos. Dinero de la venta de biblias utilizado para pagar temas relacionados con prostitución.
Su base de votantes se mantiene firme con una actitud de “aquí no ha pasado nada”. Parece que las condiciones morales de quien pudiera volver a ser presidente de los Estados Unidos no son de importancia. ¿Por qué? Los historiadores del futuro tendrán gran dificultad para entender qué es lo que está sucediendo con la gente de Trump.
El mismo Trump, quien abierta y públicamente declaró que “debido a su posición como dueño del concurso de belleza Miss América, podía manosear a cualquiera de las participantes sin ninguna consecuencia”.
Lo dijo al aire, sus palabras salieron al aire, existen grabaciones que relatan su condición moral ¡y no perdió ningún voto de su base!
Es el mismo hombre que, siendo presidente de los Estados Unidos, y ante la pandemia, se atrevió a sugerir que la gente se inyectara desinfectante en las venas. Varias personas murieron a consecuencia de su ignorancia y estupidez, pero, salvo por los muertos, no perdió ningún simpatizante.
Creo que lo historiadores tendrán mucha dificultad para entender lo que hay en la cabeza, no de Trump, sino de sus seguidores.
Finalmente, la imparcial aplicación de la ley en los dos casos es la mejor esperanza de que el ejemplo de justicia norteamericana pueda ser seguido, algún día, por nosotros.