Con la muerte del papa Francisco, la Iglesia católica se enfrenta a un nuevo capítulo, según el cardenal alemán Gerhard Ludwig Müller, una de las figuras más influyentes del ala conservadora del Vaticano.
En entrevista con La Repubblica, Müller aseguró que “se ha acabado un capítulo en la historia de la Iglesia” y señaló que el futuro del catolicismo requerirá un retorno a la ortodoxia doctrinal.
A sus 77 años y aún con derecho a voto en el próximo cónclave, Müller tendrá un rol decisivo en la elección del sucesor de Francisco.
Su postura firme en defensa de la tradición lo posiciona como una voz clave en los debates internos que marcarán la nueva etapa de la Iglesia.
Aunque reconoció que “el último juicio corresponde a Dios”, Müller no ocultó que el pontificado de Francisco ha generado “opiniones distintas”, especialmente en temas como las reformas internas, las relaciones internacionales y la doctrina moral.
En declaraciones a The Times, Müller fue aún más contundente al advertir sobre los peligros de una Iglesia guiada por la opinión pública:
“Rezo para que el Espíritu Santo ilumine a los cardenales, porque un papa hereje que cambia cada día dependiendo de lo que dicen los medios de comunicación sería catastrófico”.
Críticas abiertas al pontificado de Francisco
Durante los últimos años, Müller se mostró crítico con varias decisiones del pontífice fallecido.
Una de las más controversiales fue el acuerdo firmado en 2018 entre el Vaticano y China, que permite a Pekín influir en el nombramiento de obispos, a pesar de la falta de relaciones diplomáticas formales.
“Se deben llegar a acuerdos con potentes dictadores, pero no podemos traicionar los principios de nuestra fe. No se pueden hacer pactos con el diablo”, aseveró el cardenal, denunciando que en algunos lugares se ha llegado a colocar imágenes del presidente Xi Jinping en iglesias.
Müller también arremetió contra la apertura pastoral hacia las parejas homosexuales. Según su visión, la bendición informal aprobada durante el pontificado de Francisco “era obviamente contraria a la doctrina de la Iglesia”, y consideró que el próximo Papa “deberá aclararlo”. “No se debe relativizar la doctrina católica del matrimonio”, remarcó.
Cuestionamientos a cambios en la estructura eclesiástica
Otro punto de fricción fue la inclusión de laicos y mujeres en roles de liderazgo dentro del Vaticano. Para Müller, permitir que laicos voten en el Sínodo de Obispos y encabezar dicasterios tradicionales supone una confusión de roles.
“Los obispos tienen una autoridad que no se debe confundir con la posibilidad de todos los bautizados de hablar. Es un simposio legítimo, pero no es un sínodo”, puntualizó.
Además, sobre la incorporación de mujeres en puestos directivos, aclaró: “El problema no es la mujer, sino que un laico sea llamado a presidir lo que antes era expresión de la autoridad del Colegio Cardenalicio”.
¿Qué sigue para la Iglesia?
Mientras la Iglesia se prepara para elegir a su próximo líder, las declaraciones de Müller reflejan la tensión entre dos visiones del catolicismo: una que impulsa reformas y apertura, y otra que aboga por un retorno a las raíces doctrinales tradicionales.
En medio de este debate, el futuro Papa tendrá la tarea de guiar a una Iglesia diversa y globalizada, enfrentando desafíos internos y externos que marcarán una nueva era.
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