Hay que tener muchísimo cuidado antes de creer y asegurar que conocemos a alguien. Aquí dejaremos por fuera a los miembros de la familia ya que, con tantos años de convivencia, no hay un núcleo donde las personas se puedan conocer mejor, que éste.
Y, aun así, nos llevamos cada sorpresa a veces, ¿cierto? También podríamos ser un poco más prudentes cuando nos deshacemos en elogios por gente que tal vez no conocemos tanto, por situaciones muy superficiales que nos han llevado a pensar en esa persona como alguien que quizás no es.
Sería bueno que pudiéramos verlo todo desde el principio, pero eso es algo imposible por el universo que cada uno encierra. Universo que es desconocido hasta por la misma persona.
Si se trata de comenzar una sociedad, podemos tener la certeza de que terminaremos conociendo mucho mejor a nuestro futuro socio porque circunstancias en las que hay dinero involucrado permiten entender mejor la manera de proceder de la gente.
Desafortunadamente aquí no hay mucha oportunidad de prevenir, todo se irá sabiendo en el camino.
Cuando en cambio, lo que está por ocurrir es el comienzo de una amistad o un próximo matrimonio, por ejemplo, sí hay algunas pruebitas de fuego que pueden ayudar a ver mejor o con más claridad a ese alguien que se convertirá en algo muy importante para nosotros; hacer un viaje juntos es una de ellas.
Cuando usted se embarca con alguien en una travesía ya sea larga o corta, se dará cuenta de que hay mucha oportunidad para conocerse mutuamente, porque desde que se sale de casa, de la comodidad y certidumbre de lo familiar, ya va saliendo a flote mucho del carácter de cada quien.
En un viaje hay mil y una cosas que pueden salir mal, por lo tanto, habrá ocasión de vernos enojados, contrariados, a disgusto.
También los habrá en los que todo fluye de manera positiva, por lo tanto, quedará en evidencia el modo en que manejamos la alegría y la euforia.
La convivencia diaria es una gran oportunidad para conocer mejor a cualquiera y un viaje es una magnífica ocasión para vernos desde nuestros hábitos, conocer pensamientos, creencias, y la forma que tenemos de manejar nuestras emociones.
Esto sin mencionar lo que se puede aprender de nuestro compañero de paseo teniendo al alcance los momentos en los que come, se duerme y demás, juntos. Se puede aprender mucho de la persona en cuestión.
Una vez retornados de la aventura, usted tendrá mucho más claro quién ese ese alguien que está pensando incorporar a su vida.
Si al menos la mayoría de lo que vio le ha gustado, adelante. Si no, será mejor pensárselo un poquito más y atender lo que decía William Shakespeare: “Ve con prudencia y lentitud, no sea que te apresures, tropieces y caigas”.