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domingo, abril 20, 2025

Sobre socialismos

La búsqueda visceral y primigenia del socialismo es la justicia social. Cómo se logra es otro asunto, proceso que —en comparación con su propósito— nunca se alcanzó. Lo que implica que un socialismo vertebrado y exacto al espejo de sus fines —proveer felicidad a todos los humanos— es imposible pues no hay medios idóneos para eso, y peor para el comunismo. Pero a mitad de su historia hubo etapas conseguidas y que prosiguen alimentando la esperanza de los socialistas.

Es contradictorio ampararse en lo teológico pero algunos filósofos de izquierda igualan su ideología con la de Cristo, y hallan justificación. La fe del nazareno pretendió, según sus apóstoles, traer el reino de Dios a la Tierra, y Dios no convive en ambientes imperfectos. Igualó a los seres humanos sin diferencias por peculiaridades físicas, monetarias o sociales, a lo que aspira el socialismo moderno y no dogmático. Luchó contra el imperio de Roma, como es anti-imperialista el socialismo contemporáneo, e incluso (apuntan los radicalitos) practicó cuando necesario cierta controlada violencia al dispersar a latigazos los mercaderes del templo.

Más a fondo, y que es poco percibido, insistió en que la naturaleza del hombre es más espiritual (alma) que groseramente concreta (cuerpo) por lo que, para salvarse, ciertas debilidades y defectos como el egoísmo, acumulación material (dinero, posesiones), desprecio hacia otros, violencia y esclavitud,deben ser superados. Salvarse no es ir al cielo sino encontrar la paz interior, equilibrios de la conciencia y felicidad.

Los imperios tornaron imposible al socialismo cristiano. El socialismo utópico del siglo XIX previo a Marx y Engels (Saint-Simon) quería sociedades justas, pero fue burdamente idealista (utopía). La bandera socialista costurada por los maestros marxistas es equilibrada pero los líderes encargados de izarla la viciaron. La URSS edificó un prototipo socialista, pero lo empantanaron el autoritarismo, la represión, la rigidez ideológica, los intereses partidarios (el buró político se auto llamó “inteligencia superior del Estado”) y personales (egocentrismo de Stalin). China resbaló por la pendiente histórica del desastroso retroceso de la “revolución cultural”, en tanto que el “socialismo” vietnamés y de Pol Potcamboyano avergüenza (1.5 millones de opositores asesinados). Aunque renegó del término y lo acomodó a una visión europeísta más cartesiana que marxista, y aunque no es puramente socialismo sino exitosa socialización, los países nórdicos social-demócratas siguen imponiendo modelo, mientras que el socialismo chavista del siglo XXI fue intento por tropicalizar la dignidad.

¿Qué queda de esa densa aventura?… Volver a la raíz y esencia del socialismo, ¿cuál es su plataforma de ética humanista?, corregir errores, pues, su fórmula es altamente positiva, vigorizar ideas primarias (el antiimperialismo), olvidar algunas (los imposibles dogmas que demandan eliminar capitalismo, dinero y clases sociales) y agilizar otras mediante la tecnología (universalización de la salud, educación, seguridad, justo pago de impuestos, soberanía y respeto a la territorialidad). Luce que el socialismo no muere. Se está siempre renovando.

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