Durante muchos siglos, la población mundial tuvo un crecimiento muy lento. La esperanza de vida estaba muy limitada, y las condiciones en las que vivían las personas eran afectadas por la naturaleza, siendo muy vulnerables ante los acontecimientos atmosféricos, guerras y las hambrunas.
La mortalidad infantil era muy alta. Según registros históricos, antes del siglo XVIII, la población mundial era de aproximadamente 800 millones de personas.
Para comprender mejor, eso equivale a la suma (aproximada) de la población de tres países en la actualidad: Estados Unidos (340 millones), Indonesia (275 millones) y Brasil (215 millones).
La Revolución Industrial marcó un cambio disruptivo y sin precedentes en la historia de la humanidad, un verdadero punto de inflexión.
La invención de la máquina de vapor fue el catalizador que transformó la producción, dando origen a la era de la manufactura en masa.
En esta época se lograron aumentos significativos en la producción de alimentos, bienes y servicios.
Estos factores contribuyeron a un crecimiento poblacional acelerado. Para el año 1800, la población mundial alcanzó los 1,000 millones, y en las décadas siguientes, el crecimiento fue exponencial.
La población humana ha crecido de manera constante a lo largo de la historia, y este aumento ha traído consigo numerosas oportunidades.
Entre ellas, una mayor esperanza de vida y el acceso a bienes y productos que, durante siglos, estuvieron reservados solo para las clases más pudientes, como reyes y terratenientes.
Con estos cambios, surgió una nueva sociedad en la que había espacio para personas que progresaban gracias a trabajos que no existían antes de la Revolución Industrial.
Esta transformación también llevó a que muchas personas dejaran el campo para buscar oportunidades en las ciudades, convirtiéndolas en centros de desarrollo económico y social.
En el siglo XX, la población mundial creció de manera aún más acelerada, alcanzando niveles nunca antes vistos en la historia humana.
Desde la aparición de los primeros seres humanos, la tendencia al crecimiento poblacional ha sido constante y continúa hasta hoy.
El siglo XX fue testigo de una explosión demográfica sin precedentes. A principios de siglo, la población mundial era de alrededor de 1,600 millones. Para el año 1950, había alcanzado los 2,500 millones, y a finales del siglo XX ya superaba los 6,000 millones.
Este crecimiento vertiginoso se vio impulsado por un descenso en las tasas de mortalidad y un aumento en la esperanza de vida en muchas partes del mundo, aunque también trajo consigo nuevos desafíos, como la presión sobre los recursos naturales y el medio ambiente.
En la segunda década del siglo XXI, hay aproximadamente 7.8 mil millones de personas en el mundo.
Para 2050, este número se incrementará en casi 2 mil millones, equivalente a la población actual de países como Nigeria (alrededor de 225 millones) y Pakistán (alrededor de 240 millones) juntos.
Al aumentar la población, también se incrementará la demanda de recursos alimentarios, hídricos y energéticos que ya se encuentran en situación de estrés.
Por tanto, los nuevos sistemas agrícolas que ofrezcan una producción alimentaria sostenible serán fundamentales para satisfacer estas demandas.
En la actualidad, más del 55% de la población mundial vive en ciudades, y se proyecta que esta cifra aumentará a más del 75% para el año 2050.
Esta tendencia de urbanización ha generado desafíos para las ciudades, como el aumento de la demanda de alimentos, agua, energía y vivienda, lo que a su vez ha llevado a repensar las estrategias de producción y distribución de recursos.
Sacando los anteojos del optimismo, podríamos visualizar muchas oportunidades derivadas de la creciente demanda de una población que cada vez tiene una mayor esperanza de vida.
Así como la Revolución Industrial fue crucial para el desarrollo de la humanidad, la Revolución Digital podría ayudarnos a dar respuesta a muchos desafíos y convertirlos en oportunidades para que la humanidad pueda vivir una vida de calidad.
A medida que la esperanza de vida aumenta y las personas disfrutan de una vida más activa y saludable, se presentan diversas demandas y necesidades que las empresas pueden satisfacer, generando un impacto positivo tanto en la economía como en la calidad de vida de los ciudadanos.
En el siguiente artículo, hablaremos sobre las oportunidades de negocios que surgen para una población cada vez más longeva y con capacidad adquisitiva.