En el Vaticano ha surgido una creciente preocupación sobre el estado de salud del papa Francisco y cómo podría afectar el ejercicio de su pontificado.
En este contexto de incertidumbre, se ha confirmado que el Sumo Pontífice firmó una carta de renuncia, un documento que facilitaría la transición en caso de que sufra una incapacidad grave.
El papa Francisco ha manifestado en varias ocasiones su deseo de continuar con su misión pastoral hasta que su estado físico se lo impida.
No obstante, en un acto de previsión, dejó escrita una carta de renuncia desde el inicio de su pontificado, la cual está resguardada en la Secretaría de Estado del Vaticano.
“Creo que el ministerio petrino es ad vitam y, por tanto, no veo condiciones para una dimisión. Las cosas cambiarían si se produjera un impedimento físico grave y, en ese caso, ya firmé al inicio del pontificado la carta con la renuncia”, declaró el papa en su libro ‘Esperanza’.
En los últimos días, la salud del líder de la Iglesia católica ha sido motivo de alarma.
Actualmente, el papa Francisco permanece internado en el hospital Gemelli de Roma debido a una neumonía, además de presentar complicaciones derivadas de una infección polimicrobiana y problemas respiratorios previos.
A pesar de la delicada situación, la Santa Sede ha informado que el pontífice ha mostrado pequeños avances en su recuperación.
Según fuentes oficiales, ya respira sin asistencia, es capaz de levantarse de la cama y continúa mejorando progresivamente.
Si el Papa Francisco decidiera hacer efectiva su renuncia, se activaría el protocolo de Sede Vacante.
Durante este periodo, el Colegio de Cardenales asumiría la administración de la Iglesia y se convocaría un cónclave para elegir a un nuevo papa.
El último caso de renuncia papal ocurrió en 2013, cuando Benedicto XVI dimitió por motivos de salud, convirtiéndose en el primer pontífice en hacerlo en más de 700 años.
Por ahora, el papa Francisco ha reiterado que no tiene intención de renunciar en el corto plazo, pero la existencia de su carta de renuncia permite al Vaticano estar preparado ante cualquier eventualidad.