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domingo, abril 20, 2025

Regreso a socar el tornillo no es recaída, es mantenimiento

Hay frases populares que, aunque suenen ligeras, encierran un contenido importante. En nuestro entorno, cuando alguien atraviesa un momento de inestabilidad emocional o actúa de forma inesperada, se dice que “le falta un tornillo”. Y aunque esta expresión suele usarse con un tinte humorístico, encierra una metáfora poderosa para la psicología moderna.

En este artículo no usaremos la frase de una manera despectiva, ni estigmatizada, no hablaremos de la demencia como se entendía en el siglo pasado, sino del proceso natural de aflojarse un poco —emocionalmente hablando— cuando la vida nos sacude más de la cuenta. Porque seamos sinceros: nadie sobrevive del todo intacto a las vueltas del mundo.

Y aquí entra un aspecto clave de la salud mental que pocas veces se aborda con la seriedad y continuidad que merece: el monitoreo después del alta terapéutica. La semana pasada regreso a terapia un paciente que termino su proceso hace dos años, y me dijo, “regreso a consulta a socar el tornillo que se me aflojo”.

El alta en psicoterapia no significa que una persona “ya está curada” como si se tratara de una fractura de brazo. En realidad, representa una etapa en la que el paciente ha desarrollado las herramientas suficientes para manejar su mundo interno con mayor autonomía.

Pero como todo en la vida, esas herramientas pueden oxidarse con el tiempo, como ese tornillo que un día comenzó a vibrar con el movimiento y terminó aflojándose sin que nadie lo notara. Por eso, el seguimiento después del alta no solo es recomendable: es necesario. Permite identificar con anticipación recaídas, patrones de pensamiento que resurgen, o situaciones nuevas que generan estrés.

Una sesión ocasional de monitoreo es como esa visita rápida al mecánico para revisar que todo esté funcionando bien, incluso si el carro parece estar en perfectas condiciones. Volver al consultorio “a socar el tornillo” no debería vivirse como un fracaso, sino como un acto de responsabilidad emocional.

Y si encima podemos reírnos un poco de nuestras propias locuras cotidianas, mucho mejor. Porque el humor bien utilizado es un recurso terapéutico que nos permite observarnos con compasión, sin juicio y con un toque de ternura. Recordemos, todos tenemos tornillos sueltos de vez en cuando, la diferencia está en quién decide regresar al taller emocional para hacer ajustes a tiempo.

El monitoreo post-terapia es una forma de autocuidado profundo. Así como hacemos chequeos médicos para prevenir enfermedades, también necesitamos espacios de salud mental que nos permitan revisar cómo estamos realmente. ¿Qué emociones están pidiendo ser escuchadas? ¿Qué pensamientos volvieron con disfraz de “verdades absolutas”? ¿Qué relaciones han comenzado a drenarnos sin que lo notáramos? En conclusión, no tengas miedo de volver al consultorio.

No es volver atrás, es avanzar con conciencia. Porque sí: a veces el tornillo se afloja.

Pero aquí estamos, con la llave en mano, listos para seguir girando… hacia dentro. Si tienes algo por compartir con nosotros escríbenos a [email protected]

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