Por: Oscar Castro Nazar
Siempre he creído que “nosotros sabemos más del mundo que el mundo de nosotros”; basta con preguntarle a un ciudadano de cualquier país de Europa, Asia o Estados Unidos donde queda Honduras y la respuesta les dirá que sabe poco o nada. Sus grandes referentes como México, Brasil o Argentina, – a quienes conocen por sus logros en el futbol – son los únicos que les toca mencionar para no quedar en pena. Lo cierto es que desde que tengo uso de razón, a nadie le han incrementado el salario o escalado en puestos laborales por conocerse de pe a pa, todos los ríos, capitales y montañas del planeta.
No lo tomen a mal, no quiero decir que la cultura general sea mala, pero es que la realidad de hoy en día es que, para eso, están todos los buscadores de internet. En tiempos en donde la ciencia, las matemáticas, la informática y la Inteligencia Artificial es lo que construye futuro, nuestras escuelas, colegios y universidades están un tanto atrás (por no decir años luz) de otros países incluso vecinos, donde promueven cambios en sus sistemas educativos. Cuando revisamos la famosa frase “Yo solo se que no se nada” la sabiduría procede precisamente del reconocimiento de la ignorancia. Y es que se vuelve imperativo el reconocer que nuestro sistema educativo en toda su estructura esta desfasado y urge que se reconstruya si es que queremos aportar profesionales que de verdad ayuden a sacarnos del subdesarrollo.
En un mundo más conectado y global, es una exigencia sine qua non, tener múltiples conocimientos y habilidades blandas – de esas que ya casi no se enseñan- que permitan que nuestros recursos humanos sean realmente competitivos; de ahí habrá que preguntarse porqué estamos cada vez más inundados de profesionales de otras latitudes en los sectores públicos y privados, quienes, como si éstos tuvieran la verdad absoluta, ocupan puestos importantes desplazando la mano de obra local. Y esto no es discriminativo, es simplemente que vienen mejor preparados, con estudios actualizados y modernos que nos hacen verlos como dioses del olimpo. Mientras nuestra gente hace esfuerzos extraordinarios para estudios afuera – los que tienen la capacidad de hacerlo por supuesto -, nuestros gobiernos no se toman el tiempo necesario ni el valor requerido para hacer un cambio de verdad. Es sano preguntarse quién tendrá el coraje de ir en contra del “estatus quo” educativo en el que nos encontramos y dejar de pensar que mejoraremos solamente si es que somos capaces de recibir 200 días de clase en las escuelas y colegios. Quien tendrá el valor de exigir que nuestros maestros estén mucho pero mucho más preparados en temas como tecnología, innovación, pensamiento estratégico, ciencia, Inteligencia Artificial, felicidad laboral, entre otros, y que al menos dominen 2 idiomas. Y no dejemos de lado las tan olvidadas habilidades blandas y valores tales como respeto, puntualidad, determinación, oratoria, escritura, comportamiento, compromiso, lealtad, actitud y aptitud, por mencionar algunos. Tampoco queremos crear profesionales con conocimientos de ultima generación, pero sin principios y condiciones que nos preparen a la realidad al momento de obtener trabajo o emprender y que no sepan resolver los problemas de verdad, y que no tengan la inteligencia emocional de entender que el éxito no es otra cosa que la suma de fracasos y fracasos y aprender de ellos para superarse.
Es tiempo para que un líder de verdad tome las riendas; que detenga el país un año si es necesario y que durante ese tiempo convoque a nuestros compatriotas más ilustres, que, durante ese periodo, rediseñemos toda la curricula educativa del país a todos los niveles, sabiendo que debemos ponernos a la altura de las naciones del primer mundo, que pensemos en nuestras futuras generaciones estando seguros de que somos tan capaces como cualquiera. Que reiniciemos de nuevo una etapa de conocimiento, de cultura y reforzamiento de nuestro valores humanos, cívicos, morales y sociales; Que, si bien siempre será importante conocer todo lo que podamos de nuestra Honduras, pero teniendo claro que hoy, es más importante saber de robótica, electrónica, informática, innovación y pensamiento disruptivo que cómo está conformado geográficamente el globo terráqueo.
Nuestros políticos deben replantear el presupuesto general del país pensando gastar menos en armas y municiones, sino más bien en laboratorios, sistemas de enseñanza audiovisuales, aprendizaje cognitivo y herramientas pedagógicas modernas. En orientar el hecho de que, si bien es importante llevar internet a las escuelas y colegios y dotarlos de computadoras, también es relevante llevar contenido de calidad aplicado a nuestra realidad. Un contenido que contribuya a mejorar la producción agrícola y ganadera, a que enseñe que administrar una pulpería tiene los mismos conceptos que administrar una gran empresa, que tener el capital para invertir en manos de nuestros paisanos que reciben remesas pueda ser utilizado para generar negocios y crear empleos y porque no, a enseñarnos que podemos soñar en ser un país que no solo puede maquilar textiles, sino que puede innovar y tener industrias de aquellas que forman parte de la cuarta revolución industrial.
Finalmente, un novedoso sistema educativo en si mismo, no es suficiente, pues no debemos olvidar que la verdadera educación comienza con la realidad de la existencia de Dios y el hecho de que Él se ha comunicado con nosotros a través de la creación, Su Palabra y Su Hijo y que amarlo con todas nuestras fuerzas, nuestra alma y nuestra mente, es lo que nos dará el conocimiento y sabiduría necesaria para una vida plena.