El padre franciscano Leopoldo Serrano camina hoy su sexto día en su recorrido hacia Tegucigalpa, donde espera reunirse con la Presidenta Xiomara Castro.
Le quedan 86 kilómetros para llegar hasta la capital de Honduras, lo que considera lo hará en tres días.
¿Por qué hace esta caminata de 240 kilómetros?
El padre Leopoldo ha alzado la voz por los habitantes de la comunidad de La Reina, Macuelizo, Santa Bárbara, que se perdió con el paso de Eta e Iota.
Los pobladores lograron salir a tiempo, sin embargo perdieron sus casas de habitación y sus pertenencias quedando a la deriva.
Para estas familias se aprobó un plan para la construcción de 290 viviendas, que ahora lleva por nombre San Francisco de Asís.
Sin embargo, aunque las casas fueron construidas, no están dotadas de las necesidades básicas, como ser: Agua potable, luz eléctrica y escuela para los niños.
Motivo por el cual, el padre se ha convertido en un defensor de los derechos de estas familias con quienes ha estado desde que se perdió La Reina.

El padre Leopoldo Serrano camina 27 kilómetros diarios debido a su condición médica que le impide exceder sus capacidades, ya que tiene problemas cardiacos y un marcapasos en su corazón.
El padre se moviliza a la capital para continuar exigiendo a las autoridades centrales la
continuación de un fideicomiso para concluir con las obras de las viviendas a los pobladores de La Reina.
“Simplemente quiero ver hechos; lo que le pedí a Finanzas es que haga la transferencia a la municipalidad de Macuelizo en torno al fideicomiso que estaba destinado al proyecto habitacional, pero lo han retenido”, indicó.
Reveló que el viceministro del Instituto Nacional Agrario (INA), lo llamó para hacerle algunas promesas, pero insistió que quiere hechos porque ya muchas veces lo han engañado.
Serrano mencionó que el dinero es para terminar la calle principal del proyecto y pagar a las empresas constructoras de las viviendas porque se mantiene una deuda con ellos.
Hasta hoy, solo siete personas se han sumado a la caminata, entre seminaristas, amigos y algunos representantes de las familias damnificadas.
“No permito que vengan muchas personas porque se gasta mucho en comida y alojamiento, y yo no soy político, no tengo dinero”, señaló.