Que una persona se desvele o pase largas horas en vela se ha convertido en un fenómeno muy frecuente. Aunque comúnmente se atribuye al consumo de cafeína o al uso excesivo de dispositivos electrónicos, la psicología señala que hay factores más profundos que explican este hábito que afecta el descanso y, en consecuencia, la salud mental y física.
Estrés y ansiedad: enemigos silenciosos del sueño
Uno de los principales motivos por los que una persona se desvela es el estrés. La presión del trabajo, los problemas personales o las preocupaciones financieras pueden mantener a la mente en constante alerta, incluso durante la noche.
Esto se debe a que el estrés activa el sistema nervioso y eleva los niveles de cortisol, una hormona que dificulta la relajación.
Cuando la ansiedad se combina con pensamientos intrusivos o repetitivos, se vuelve aún más difícil conciliar el sueño.
En muchos casos, este ciclo de insomnio se cronifica si no se atiende a tiempo.

Malos hábitos nocturnos
La rutina antes de dormir tiene un impacto directo en la calidad del descanso. El uso prolongado de pantallas —como celulares, computadoras o televisores— antes de acostarse afecta la producción de melatonina, hormona encargada de regular el ciclo del sueño.
En ese sentido, la luz azul que emiten estos dispositivos puede alterar el reloj biológico y retrasar el inicio del sueño.
Otro hábito común que contribuye al desvelo es la irregularidad en los horarios de descanso, especialmente dormir hasta tarde los fines de semana.
Esto altera el ritmo circadiano natural del cuerpo y dificulta mantener una rutina saludable.

Trastornos emocionales: insomnio desde adentro
Problemas de salud mental como la ansiedad y la depresión también son causas frecuentes de insomnio.
En personas con depresión, el sueño puede verse alterado de dos formas: con somnolencia excesiva o con dificultad para dormir.
La ansiedad, en cambio, suele provocar un sueño ligero e interrumpido, lo que deja a la persona agotada al despertar.
Debido a que el sueño y la salud emocional están estrechamente vinculados, es fundamental tratar estos trastornos con ayuda profesional.

Pensamientos repetitivos en la noche
La calma de la noche suele ser el momento en que muchas personas comienzan a reflexionar sobre sus preocupaciones, lo que los psicólogos denominan “rumiación cognitiva”.
Esto consiste en pensar de forma repetitiva en los mismos problemas sin encontrar soluciones, lo cual impide que el cuerpo se relaje.
A diferencia del día, cuando las distracciones ayudan a desviar la mente, la noche ofrece un entorno que amplifica las emociones no resueltas.

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Pasar varias noches sin dormir puede crear una asociación negativa con el acto de acostarse.
Es decir, la cama deja de ser un espacio de descanso y se convierte en un lugar donde predomina la frustración por no poder dormir.
Este tipo de condicionamiento provoca ansiedad anticipatoria, empeorando el problema del insomnio.