No podemos permanecer impasibles o indiferentes, a las grandes transformaciones que se producen en todos los países del mundo, dado el entendido de la existencia de una necesidad imperiosa por transmutar las instituciones o entidades, con la finalidad objetiva, real y positiva, que nos conduce eficaz y de forma permanente hacia un sustancial mejoramiento dentro de todos los campos del saber humano, social, científico, jurídico, cultural, educativo, de salubridad, de oportunidades de trabajo para todos, y de algunas otras áreas de vital celebridad o notabilidad.
Los partidos políticos en Honduras, legalmente inscritos, son instituciones de Derecho Público, cuya existencia y libre funcionamiento y acciones que ejecutan o realizan, así como también están garantizadas por la Constitución de la Republica y demás leyes en vigor, y, por lo tanto, deben certificar o responder a la participación de forma efectiva en cualquier proceso electoral o justa de competencia electiva, sin limitaciones o restricciones de ninguna instancia.
En otras palabras, estas entidades contribuyen a mantener los Gobiernos Democráticos, Participativos y Republicanos, debiendo expresar la voluntad política de todos los ciudadanos a lo largo y ancho del territorio nacional. La manifestación del voto en las justas electorales es un acto responsable de gran magnitud, influyendo posteriormente en las nobles o magnánimas decisiones del país.
Por tales razones, no deben concebir o entender que hay que mantenerse formando parte una sola institución o partido en el poder, sino que, por el contrario, el apoyo mayoritario del pueblo decide quién se queda en el Gobierno, salvo extraordinariamente que el conglomerado así lo decida, porque si ocurre algo en contrario, nos colocamos en una Dictadura o Autoritarismo. Tenemos que mantener un predominio de corte desprendido, liberal y democrático.
Hay que manifestar con énfasis, nuestros pensamientos sin cortapisas de ninguna especie. Tenemos que convivir con unidad granítica, apartando los senderos trillados del sectarismo político y de las desavenencias que laceran o lesionan la libertad inquebrantable de los pueblos. El debido respeto a palabra, la preferente responsabilidad gubernamental y la realización de obras de contenido favorable a las comunidades de todo lo ancho y largo del territorio hondureño, deben de perdurar por siempre dentro del concierto de las Naciones Civilizadas.
Cuando se tuerce el cuello de las cabezas pensantes y progresistas, y, por ende, se entorpecen las benéficas acciones, aumentando la intensidad por la metamorfosis corporativa o colectiva, cultivando un caldo de imparable división que no conduce a nada importante y valioso.
Por otra parte, Honduras tiene que tener relaciones internacionales con todos los países del mundo, sin comprometer la soberanía nacional, pero sin fomentando la colaboración reciproca o mutua, la obtención de nuevos mercados para la venta de nuestros productos o mercaderías, la confianza y atracción turística un radiante ambiente de influencia o predominio cultural y educativo, debiendo alcanzar una situación privilegiada en el concierto de los países del denominado Tercer Mundo.
La semilla del cariño y amistad con los pueblos En el campo internacional robustece el derecho que tenemos de gozar de una situación republicana o democrática y de absoluta confianza en las acciones y realidades que se consolidad con obras y no palabras.
Definitivamente, en este orden de pensamientos, se advierte un horizonte alentado, como semilla de amistad, que rinde ulteriormente frutos de gran magnitud.
Si los Gobiernos fortalecen sus reservas morales y económicas se logra en forma terminante, el desenvolvimiento, adelanto, progreso y consolidación o afianzamiento institucional. Todo sea por la patria, la paz, la tranquilidad, el orden y autoridad y el progreso de nuestra querida Nación.