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lunes, abril 21, 2025

Politiquería barata

La politiquería barata, como fenómeno social, es un aspecto de la actividad política que ha sido objeto de críticas y preocupaciones desde una perspectiva filosófica y moral. Se refiere a la práctica de manipular y explotar asuntos políticos con fines personales o partidistas, en lugar de buscar el bienestar colectivo o el avance genuino de la sociedad y plantea cuestiones profundas sobre la ética de la acción política y el papel de la responsabilidad moral en el ámbito público.

Desde una perspectiva filosófica, puede ser entendida a través del prisma de la ética política. Filósofos políticos a lo largo de la historia, como Aristóteles, Maquiavelo y John Stuart Mill, han abordado la cuestión de cómo debe llevarse a cabo la política en aras del bien común. Aristóteles, por ejemplo, enfatizó la importancia de la virtud en la toma de decisiones políticas y la necesidad de buscar el «bien supremo» de la comunidad. En este contexto, ese mal hábito puede ser visto como una traición a los ideales de la política ética, ya que prioriza intereses egoístas y de corto plazo sobre el bienestar de la sociedad en su conjunto.

Desde una perspectiva moral, plantea cuestiones sobre la integridad y la responsabilidad de los individuos involucrados en la política. La ética política sostiene que aquellos que ocupan puestos de poder y toman decisiones que afectan a las vidas de otros, tienen una responsabilidad moral especial de actuar con honestidad, justicia y consideración por el bienestar de la población. Sin embargo, implica manipulación, demagogia y engaño, lo que contradice los principios éticos y puede generar desconfianza en la sociedad hacia sus líderes.

Un aspecto moral clave es su impacto en la confianza pública en las instituciones políticas. Cuando los ciudadanos perciben que los políticos se dedican más a ganancias personales o partidistas que a abordar los problemas reales de la sociedad, la confianza en el sistema político se erosiona. Esto puede llevar a la apatía cívica, la disminución de la participación ciudadana y, en última instancia, a una democracia debilitada. Desde una perspectiva moral, puede ser vista como un acto de traición a la confianza depositada en los líderes para actuar en beneficio de la comunidad.

El utilitarismo, otra corriente filosófica, también puede aportar una perspectiva. Sostiene que las acciones deben ser evaluadas en función de sus consecuencias en términos de felicidad y sufrimiento. En este sentido, incluso para esos que ya comenzaron a dispararse como “neomesías”, podría ser considerada moralmente censurable ya que sus consecuencias a menudo generan división, desconfianza y malestar en la sociedad. Desde una perspectiva utilitaria, los actos políticos deberían perseguir el mayor bienestar para la mayoría, en lugar de satisfacer intereses egoístas o partidistas a expensas de la armonía social.

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