La Semana Santa es tradicionalmente un tiempo de reflexión, recogimiento y fe. En muchos países, la representación del Vía Crucis —la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo— se convierte en un momento solemne y profundamente espiritual.
Sin embargo, este año, una escena inesperada sacudió las redes sociales: un nazareno interrumpió su papel para defenderse con una patada voladora, ganándose aplausos virtuales y toda una ola de reacciones en internet.
El video viral muestra a un joven con camiseta negra que, de forma insistente, molestaba al actor que cargaba la cruz, representando a Jesús, durante una de estas procesiones.
El sujeto, que incluso intentó subirse a la cruz en dos ocasiones, fue finalmente confrontado por el “Nazareno”, quien soltó la pesada estructura y lanzó una certera patada en el aire que dejó sorprendido tanto al atacante como a los presentes.
#SemanaSanta Se pasan con Jesús pic.twitter.com/qnWSUUTij5
— El Blog del Narco (@narcoblogger) April 18, 2025
Lejos de indignar a la audiencia virtual, la escena generó una oleada de comentarios humorísticos y de apoyo para el actor.
Frases como “Hasta Jesús tiene sus límites”, “Patada bendita” y “¡NO TE DEJES, CHUCHÍN!” inundaron las publicaciones en distintas plataformas.
Si bien algunos usuarios señalaron que el momento «rompió la solemnidad» del acto litúrgico, la mayoría expresó comprensión y hasta simpatía por la reacción del actor.
“Dónde quedó lo de poner la otra mejilla”, escribió un usuario, mientras otro respondió: “En la segunda patada, hermano”.
El incidente pone sobre la mesa la necesidad de respetar las tradiciones religiosas y el trabajo de cientos de personas que, año con año, se preparan para recrear estos momentos cargados de simbolismo.
Al mismo tiempo, abre un debate sobre los límites entre la fe, la representación artística y la defensa personal.
Aunque no se ha revelado en qué país ocurrió exactamente el incidente, el clip ya ha dado la vuelta al mundo con millones de reproducciones, dejando claro que, incluso en medio del recogimiento espiritual, el internet no perdona —ni olvida— una buena patada voladora.
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