El prestigioso periódico estadounidense The New York Times ha llevado a cabo una investigación de campo en Honduras, adentrándose en fincas cafetaleras para conocer de primera mano la realidad que enfrentan los productores de café versus el contraste de el precio récord del saco del aromático a nivel mundial.
El periodista Peter Goodman, acompañado por el camarógrafo Alejandro Cegarra, recorrió diversas plantaciones, molinos de procesamiento y mercados en Honduras.
Uno de los testimonios más reveladores provino de la Finca El Puente, ubicada en las montañas del Marcala. A pesar del reciente incremento en los precios del café en el mercado global, sus productores aseguran que atraviesan tiempos difíciles.
En los mercados mundiales, el precio del saco de café se ha más que duplicado en el último año. Es el precio más más alto en 50 años, alcanzando un precio cerca de los 400 dólares.
Sin embargo, los productores no ven esto como un motivo de celebración, sino como una señal de los desafíos que enfrentan.
A pesar del incremento en el valor del café, los costos de producción también han aumentado considerablemente.
Los agricultores deben pagar salarios extras para atraer a los escasos trabajadores disponibles, mientras que el precio del fertilizante se ha disparado, afectando aún más su rentabilidad.

Otro motivo de preocupación es el comportamiento de los consumidores. Los productores temen que los altos precios lleven a algunos a reducir su consumo de café o a sustituirlo por alternativas más económicas, como refrescos y bebidas energéticas, que pueden proporcionar una dosis de cafeína a menor costo.
Lejos de representar una ganancia inesperada, el precio récord del café es visto como una manifestación de los problemas estructurales y climáticos que afectan a la industria.
Los productores se encuentran en una encrucijada, tratando de equilibrar los beneficios actuales con los riesgos que se avecinan.
El aumento de costos, la escasez de mano de obra y la incertidumbre del mercado global hacen que el futuro de la producción de café sea incierto.

Aunque la demanda sigue siendo fuerte, los agricultores deben adaptarse a nuevas realidades económicas y climáticas para garantizar la sostenibilidad de su cultivo.
La cosecha en la Finca El Puente sufrió graves daños debido a una ola de frío que azotó la región entre diciembre 2024 y enero 2025.
Posteriormente, las lluvias tardías hicieron que los trabajadores temieran aventurarse a las plantaciones, dejando frutos maduros sin recoger.
Lejos de celebrar el precio récord, los productores los ven como una señal de alarma sobre los problemas estructurales en el sector.
El cambio climático ya afecta gravemente las plantaciones, reduciendo la producción y facilitando la propagación de enfermedades como la roya.
Ante este panorama, algunos agricultores han optado por implementar modelos más sostenibles, como el cultivo de sombra y la diversificación de sus plantaciones.
Sin embargo, el aumento de los precios podría desincentivar estas prácticas, ya que los agricultores con escasos recursos pueden optar por seguir con sus métodos tradicionales sin preocuparse por la sostenibilidad.
A pesar de recibir mayores ingresos por su café, muchos productores continúan viviendo en condiciones precarias, con ingresos inestables y sin garantías de un futuro próspero.
La incertidumbre sobre la viabilidad del café persiste, con un equilibrio frágil entre beneficios temporales y riesgos a largo plazo.
Marysabel Caballero y Moisés Herrera, dueños de la Finca El Puente en Marcala, La Paz, expresaron su preocupación: «Para nosotros, producir café es nuestra vida… Muchos productores están empezando a perder la esperanza».

Sergio Romero, agricultor de café de cuarta generación en Corquín, Honduras, ha sido testigo del impacto del cambio climático en las plantaciones. El aumento de temperaturas y las lluvias torrenciales han reducido los rendimientos y deteriorado los suelos.
Como respuesta, Romero, ingeniero agrónomo de formación, ha promovido técnicas sostenibles en su finca, incluyendo la siembra de árboles altos para proporcionar sombra y la diversificación con cultivos frutales como mangos y naranjas.

Romero, también organizó la cooperativa Cafico, integrada por más de veinte plantaciones. A través de esta iniciativa, han compartido conocimientos y recursos para garantizar una producción más sostenible y orgánica.
Sin embargo, la creciente demanda de café ha puesto a prueba la solidez de la cooperativa. El desafío de mantener la sostenibilidad en un mercado fluctuante es evidente.
Aproximadamente el 44% de los pequeños productores de café en Honduras viven por debajo del umbral de pobreza, según el Banco Mundial.
Aunque la subida de precios es una oportunidad, no soluciona las desigualdades estructurales del sector.
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