Redacción. En un foro de internet donde miles de usuarios comparten sus experiencias, un profesional de la salud de Estados Unidos contó la historia más difícil en su carrera mientras estuvo en Honduras.
Su nombre es Jay Boll e inició contando: «En un país donde el acceso a la atención médica profesional estaba muy limitado, esto se acerca y es definitivamente lo más perturbador», dijo.
Asimismo, añadió: «Como voluntario del Cuerpo de Paz en los años 80 en Honduras, trabajé y viví en un albergue para niños de la calle. Una tarde llegué a la casa y escuché a uno de los niños de nueve años gritar, mientras dos niños mayores lo sujetaban a su catre y un tercer niño le aplicaba en el brazo la cabeza de un cigarrillo encendido», escribió Boll.
Ante esta situación el estadounidense mostró su enojo y regañó a los niños gritándoles en español: «¿Qué te pasa? ¿Qué estás haciendo?».
«Había visto un comportamiento como este antes, por lo que no fue una gran sorpresa para mí. Pero esta vez había algo diferente. Los atormentadores del chico más joven en realidad parecían arrepentidos en lugar de culpables y pude ver que me tenían más miedo que enojo porque había interrumpido su diversión», detalló.
Posteriormente, el niño con el cigarrillo en la mano explicó: “No queremos hacer daño. Tiene un gusano zancudo” , literalmente un “gusano mosquito”.
El norteamericano se quedó atónito ya que nunca había escuchado de tal cosa, «Según ellos, había un gusano grande incrustado en la carne del brazo del niño más joven. Miré al niño lloroso y él asintió, era verdad», escribió en el foro.
«El niño mayor explicó que al gusano no le gustaba el calor y que un cigarrillo aplicado en la carne era la única manera de sacarlo», dijo Jay Boll.
Además, agregó: «Miré el brazo del niño más joven y vi una gran llaga en la parte carnosa debajo de su hombro», declaró Boll.
«Con el avivamiento del fuego, la cabeza de un gusano blanco y gordo asomó la cabeza a través de un agujero en el centro de la llaga. Solo podía ver una parte de él».
De la misma manera, el norteamericano relató que exprimió el brazo del niño: «Lo pellizqué desde abajo con mis pulgares y mis dedos índices. El niño gritó y apreté más fuerte para hacerlo más rápido para él. De repente, el gusano saltó de su brazo y voló varios centímetros sobre la cama», destacó.
Por lo que, el estadounidense dijo que «sobre el colchón había una larva blanca y gorda de casi una pulgada de largo, todavía viva y retorciéndose».
«Más tarde supe que los «gusanos mosquito» son comunes en los trópicos. Son causadas por tábanos que ponen sus huevos sobre mosquitos, garrapatas y moscas pequeñas, que luego depositan los huevos en carne humana para incubarlos», finalizo contando Jay Boll.