Los fontaneros, electricistas, contratistas, ebanistas, mecánicos y demás oficios están tomando nuevamente mucha relevancia en los mercados del mundo. Algo que me parece totalmente natural y como buena noticia.
Y es que ser sastre, instalador de equipos, electricista, al igual que otros oficios, han cobrado popularidad en Estados Unidos y otras naciones, ya que lo que pueden ganar sería equivalente a lo que un recién graduado universitario hace en sus primeros tiempos, pero sin el costo de una carrera.
En Honduras contamos con muchas escuelas técnicas de capacitación que, desde hace mucho, impulsan todas estas carreras ahora llamadas “técnicas” (siempre buscando darles mayor realce) hacen que la gente pueda generar buenos ingresos, sin necesariamente tener un doctorado.
Respiro tranquilo, pues tengo dos escenarios que compartir, con los que pensé que hoy si se nos iba a poner difícil, esto de los oficios. La primera, cubrí por una hora a una maestra de escuela dominical, y aunque me dejo todo servido, había un ejercicio donde le preguntaba a los niños “¿qué deseas ser de adulto?” Para sorpresa mía, casi todos decían influenciadores, youtubers, o “tiktokeros”.
Y bueno, pensé, son niños. En mis días todos aspirábamos a ser bomberos, astronautas o doctores. Uno de mis hermanos decía que quería manejar rastras. ¡Y está bien! Pero pensé, si todos éstos buscan ser famosos, ¿cómo haremos cuando haya necesidad de estos servicios?
Cosa que me llevó al segundo escenario. La pandemia. ¡Toda la gente mediática estuvo en silencio durante la pandemia! Hasta nuestros políticos. Pero los doctores, enfermeras, aseadores, tren de aseo, cajeros de supermercado y otros, pusieron al frente su vida y su servicio para poder salir adelante.
Estoy seguro de que son bienvenidas todas las carreras y siempre los ingenieros, los admirables abogados, los ingeniosos mercadólogos ocuparán un lugar importante en la fuerza laboral. ¡Pero debe haber un sano balance en ello! Y es allí donde compruebo con agrado, el despertar de un genuino interés por los oficios.
En décadas pasadas, cuando un hijo no deseaba estudiar, inmediatamente lo mandaban a aprender un oficio. No como un castigo, sino como una manera de asegurarse que siempre tuviera con qué mantenerse y eventualmente mantener a su familia. En lo personal siempre he creído que ser publicista es un oficio.
Más allá de todo el tecnicismo, se debe tener pasión por ello. Debemos amar la publicidad y poder generar emociones, impacto social, o bien, un nombre a través de mensajes influyentes e inolvidables. No dudo que muchas cosas como, por ejemplo, el fútbol pueda tener elementos que lo hagan destacar y pueda generar mucho dinero.
Pero seamos claros que no todo el mundo puede optar a ello. Un oficio sí. Y si aparte de eso, viene una buena educación de casa, llena de valores como el saludar siempre, el ser amable con los demás y tener vocación de servicio. ¡Esa persona tendrá trabajo toda la vida!
Nunca olvido lo que una vez un empresario me dijo sobre mi trabajo “deberías cobrar más caro”; me dijo (aunque a mí no, me pidió) “vos siempre vas a tener trabajo por lo que sos, pero si no cobrás no te aseguro vivirás cómodo”. Pero trabajo siempre vas a tener.
¿Quiere dinero extra? Aprenda un oficio. Hágalo en su tiempo libre. Y si de paso es amable y servicial, le garantizo que siempre habrá pan en su mesa. Pues el oficio no es para los perezosos. Me encanta cuando un cliente me llama y me dice ¡ocupamos de sus buenos oficios!