“ME he sentido identificado en su editorial – mensaje del amigo doctor– no estoy convencido que ha sido un giro, sino una exquisitez de la madurez de una extraordinaria pluma con la sabiduría y patriotismo propios del editorialista”.
Alusivo al siguiente comentario: (“Para quienes nuestro café, temprano en la mañana –mensaje del empresario amigo de los que sí leen, para distinguirse del montón– inicia con el editorial de LA TRIBUNA, también ha iniciado una nueva época”. “Poco a poco,
durante este año que termina, hemos experimentado un cambio diario en la narrativa de su opinión y criterio de lo que, día a día, pasa en Honduras”.
“Algunos, en algún momento, nos preguntamos sobre este giro al romanticismo y filosófico de su perspectiva de los temas más relevantes de la vida política y social de Honduras”.
“Al concluir el año, recién terminando de leer este editorial del 30/12/2024, me percato
que el cambio ya está consumado”.
“Hay tanto realismo en su mensaje a los lectores que ya estamos convencidos de la importancia de hacer cambios cualitativos en la forma de ver la realidad de Honduras”.
“No importa si nos lo dice Carlo Magno (como hoy) o si viene de una conversación de un chucho de sangre inglesa y un personaje legendario de cuentos y leyendas hondureños”.
“El punto es que ya creemos que el perro habla y el Sisimite sí existe”. “Este mágico momento está ya implantado en nuestra mente”.
“Gracias por esta transformación de la crítica constructiva y positiva; cuesta entender que sea con odio e insultos que vayamos a transformar Honduras”).
“Solo a la nena de los cuentos (ahora publicados en Kairós) –mensaje de la mamá– no la convence con eso de que el Sisimite existe o que el Winston y su nueva novia hablen, ja, ja, ja”.
Alusivo a la conversación de cierre: (¿Y notaste –entra el Sisimite– que en el colectivo no solo hay buenos lectores, sino que saben leer entrelíneas? Aparte de apreciar que muchas parábolas y alegorías deben entenderse aplicadas a nuestra propia realidad, “no importa si nos lo dice Carlo Magno (como hoy) o si viene de una conversación de un chucho de sangre inglesa y un personaje legendario de cuentos y leyendas hondureños”.
-¿Leíste lo que dijo?, ja, ja, ja –ríe Winston– “el punto es que ya creemos que el perro habla y que el Sisimite existe”. Faltaba más, somos los intangibles –como el sentimiento, las emociones, la empatía, el misterio, la magia de las ilusiones– que, aunque no se vean ni se palpen, existimos).
Pasando al Año Nuevo –apuntes del ChatGPT– “entre los mayas, el concepto de renova ción del tiempo estaba profundamente ligado a sus creencias cósmicas y calendáricas”. “Aunque
no celebraban el Año Nuevo como lo entendemos hoy, sí tenían ceremonias y tradiciones que marcaban el inicio de ciclos, resaltando valores como la renovación espiritual, la armonía con la naturaleza y el equilibrio cósmico”.
“El Wayeb era un período de cinco días al final del ciclo de 360 días del calendario solar Haab”. “Estos días eran considerados un tiempo liminal, un espacio de transición entre el año que terminaba y el nuevo que comenzaba”.
Para los mayas, “el Wayeb era un momento de reflexión y precaución, ya que se creía que el equilibrio entre el mundo humano y el cosmos era frágil”.
“Durante el Wayeb se apagaban los fuegos en los hogares y templos, simbolizando el fin de un ciclo”. “Las personas se purificaban mediante rituales para dejar atrás lo negativo y comenzar el nuevo año con armonía”.
“Se realizaban ofrendas a los dioses, pidiendo prosperidad, lluvias abundantes y buenas cosechas para el nuevo ciclo”. (Hablando de los ancestros –entra el Sisimite– también en sus costumbres y ritos destacan los valores intangibles y universales.
Digamos, como “la armonía con el universo”. Introspección y humildad: “Durante el Wayeb se abstenían de acciones mundanas para establecer su conexión espiritual”.
Renovación y preparación: “Limpiar el hogar y el alma simbolizaba empezar el nuevo año en paz y equilibrio”. Esperanza y continuidad: “Las ofrendas aseguraban la continuidad de los ciclos naturales, fundamentales para la supervivencia”.
“La ceremonia del Fuego Nuevo marcaba el inicio del nuevo ciclo, un acto que representaba la renovación de la vida”. “Este fuego era sagrado y recordaba la interdependencia de los humanos con las fuerzas naturales y los dioses”.
-“En el Popol Vuh –interviene Winston– el libro sagrado de los mayas quichés, hay narraciones de renovación, como la creación del hombre de maíz después de varios intentos fallidos”.
“Esta historia resalta que el final de un ciclo (los hombres de barro y madera que no funcionaron) no es un fracaso, sino una oportunidad para aprender y comenzar de nuevo con algo mejor”.
Los intangibles destacados sería la resiliencia, interpretada en la creencia que “aunque
algo termine, siempre hay posibilidad de crear algo nuevo”. Y el respeto al ciclo natural, entendida que “la renovación no es solo personal, sino parte de un orden cósmico más amplio”).