Redacción. Pocos pueden resistir la tentación de usar un tono infantil al hablar con sus perros. La próxima vez que alguien se ría de ti por hacerlo, puedes mencionar que tienes a la ciencia de tu lado.
El lenguaje infantilizado, común en diversas culturas, implica hablar a los bebés con un tono agudo y exagerado.
Se cree que esto les ayuda a aprender a hablar, al pronunciar las vocales de manera más clara, y fortalece los vínculos sociales con sus padres.
Sin embargo, dado que los perros no aprenderán a hablar, ¿importa la forma en que nos dirigimos a ellos? Esa es la pregunta que plantea un estudio publicado recientemente en la revista Animal Cognition.
El lenguaje perruno
En el estudio, los investigadores pidieron a dos personas que sostuvieran altavoces reproduciendo grabaciones de sus propias voces.
«Creemos que los perros son muy sensibles a los cambios en las propiedades acústicas, como el género o el tamaño de la persona, por lo que la grabación siempre coincidía con la persona que sostenía el altavoz», explica la coautora Alex Benjamin, candidata a doctora en la Universidad de York, Reino Unido.
Benjamin y su equipo reunieron a 37 perros de York, Inglaterra, y los colocaron en una sala con las dos personas, donde escucharon dos tipos de discurso grabado.
Uno en un tono conversacional normal y otro «orientado a perros», que equivalía al lenguaje infantilizado, con una entonación exagerada y palabras relevantes como «paseo».
El equipo midió el tiempo que los perros pasaban mirando a cada persona mientras se reproducían las grabaciones, y cuánto tiempo pasaban con cada persona tras quitarles la correa.
«Los perros pasaban más tiempo observando a la persona que utilizaba el lenguaje orientado a perros«, afirma Benjamin. «Y, de media, preferían pasar más tiempo con la persona que usaba este tipo de registro».
Versión canina
Los resultados sugieren que los perros prefieren la versión canina del lenguaje infantilizado.
Pero, ¿por qué tenemos ese impulso de hablarles como si fueran bebés? En realidad, no es un impulso que tengamos.
Investigaciones previas han determinado que el lenguaje infantilizado y el lenguaje perruno son ligeramente diferentes; por ejemplo, el lenguaje perruno no exagera las vocales.
Esto tiene sentido, ya que no esperamos que los perros pronuncien vocales. Por otro lado, los dueños de loros tienden a exagerar las vocales al hablar con ellos, dado que algunos de estos pájaros pueden imitar el habla humana.
«Esto sugiere que somos sensibles a las capacidades lingüísticas del animal o la persona con la que hablamos», comenta Benjamin.
«Y gran parte de esto es inconsciente; la gente no se da cuenta de que está haciendo algo diferente», añadió.
Para determinar si los perros del estudio solo se emocionaban con palabras que conocían, como «paseo» o «comida», los científicos también reprodujeron grabaciones con contenido y entonación variada.
Por ejemplo, los perros escucharon frases como «Anoche fui al cine», pero pronunciadas en un tono infantil, y «Buen perro, ¿quieres salir a pasear?» en un tono neutro.
Los resultados mostraron que los perros no mostraron preferencia por ninguno de los tipos de discurso.
Por lo que, sugiere que los hallazgos del primer experimento no se debían únicamente al tono o a las palabras familiares, sino a una combinación de ambos.
«Es posible que los perros usen la entonación para captar inicialmente la atención hacia el discurso y luego reconozcan si las palabras que se utilizan son relevantes para ellos», explica Benjamin.
Además, Benjamin señala que se requiere más investigación para determinar si esta preferencia es innata, adquirida o una mezcla de ambas.
«Quizás respondan más a este tipo de lenguaje cuando lo escuchan de cachorros, de modo que prácticamente los entrenamos para que sigan reconociendo este estilo de discurso», afirma.