El arte y la fe se funden una vez más en las calles empedradas de Copán Ruinas, donde la población dio vida a verdaderas obras de arte elaboradas con aserrín teñido, en una de las tradiciones más emotivas y coloridas de la Semana Santa hondureña.
Este año, las alfombras no solo embellecieron el recorrido del Vía Crucis, sino que también capturaron la atención de cientos de feligreses y turistas, que se congregaron para contemplar los detallados diseños, impregnados con el característico olor a madera.
Los tapices temporales, llenos de color y simbolismo, fueron elaborados con esmero por manos de jóvenes, adultos y niños católicos, en un acto colectivo de devoción que honra el sacrificio del Hijo de Dios.
Las alfombras, colocadas cuidadosamente sobre las calles, están destinadas a ser pisadas por las procesiones religiosas que rememoran la Pasión de Cristo.
En algunos municipios se suman también los llamados «cuadros vivos», donde actores recrean escenas bíblicas, mientras que en otros, las imágenes de los santos protagonizan desfiles solemnes que conmueven a los asistentes.
Durante los últimos 50 años, esta manifestación artística y religiosa se ha consolidado como una tradición arraigada en diversas ciudades del país, entre ellas Comayagua, Tegucigalpa, Santa Bárbara, Danlí, Gracias y especialmente Copán Ruinas.
El crecimiento de esta expresión cultural ha sido tal, que se ha convertido en un atractivo turístico de relevancia internacional.
Más allá de su valor estético, las alfombras de aserrín provocan un momento de introspección y recogimiento entre quienes las observan o caminan sobre ellas, pues retratan escenas de la vida, muerte y resurrección de Jesucristo.
Así, cada imagen y cada color adquieren un profundo significado espiritual.
Con cada Semana Santa, estas alfombras renuevan su mensaje de fe y esperanza, convirtiendo las calles en lienzos sagrados que testimonian el fervor de un pueblo que mantiene viva su herencia religiosa y cultural.
Alfombras de aserrín: expresión de fe que transforma las calles hondureñas