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lunes, abril 21, 2025

La tecnología de la fertilización “in vitro” y los 500 hermanos

Son 500 hermanos y tienen el mismo padre. Un señor holandés se ha dedicado a donar esperma en diferentes clínicas de reproducción asistida en varios países; la mayoría de las donaciones las hizo en Holanda. Hoy muchos hijos biológicos inseminados artificialmente desean conocer a su padre o a sus hermanos; no saben cuántos son y tampoco saben quién es su papá verdadero.

La tecnología de fertilización “in vitro” (FIV) puede realizarse mediante la donación de óvulos o esperma a parejas con problemas reproductivos un procedimiento “normal” en EE.UU. y la UE. Hoy hablaremos del evento ya señalado arriba y otros que han causado conmoción recientemente. En particular, hablaremos de la inseminación artificial con esperma de donante practicada por aquellas parejas en donde el hombre no es fértil y es necesario un donante adecuado para poder procrear un hijo. Si usted hace algo de memoria recordará que a estos hijos procreados mediante este sistema también se les llama “hijos probeta”.

Sabemos que, para poder tener un hijo, se necesita de un espermatozoide y de un óvulo que convergen en el tiempo y en espacio para producir el milagro de la vida, ahora bien, si hay óvulo, pero no hay semen, no es posible coronar el proyecto; por lo cual las clínicas buscan encontrar donantes; y es aquí donde vienen algunos problemas.

Vamos a partir de la premisa que tenemos un donante sano, un atleta sin enfermedades congénitas, una salud de hierro y con antepasados que viven más de noventa años, y un coeficiente intelectual muy alto; cualquiera diría él es… el candidato ideal. Ahora partamos de la idea contraria en donde ese donante tiene una capacidad mental reducida, enfermedades congénitas como Alzheimer, demencia, esquizofrenia, bipolaridad, diabetes, esquizofrenia, etc. En este último caso la conclusión es radicalmente diferente nadie en su sano juicio diría que este es un candidato ideal.

Cuando este tipo de tecnología se diseñó allá por el año 1973, la genética no estaba desarrollada y era muy poco probable “predecir padecimientos y enfermedades futuras” de una persona. Desde esa época, los donantes están protegidos por el “secreto médico”, no se revela su identidad.  Por otra parte, las clínicas de la época no podían predecir el futuro genético de alguien, simplemente se buscaba un donante “sano”, el resultado era y es aleatorio. Muchas veces la ilusión de ser padre o madre es tan grande que muchos asumen cualquier riesgo.

En este tema, como en otros, han primado las leyes del mercado y como “casi todo es negocio” esta exitosa tecnología no va a ser la excepción.  El caso de Steven S… es impresionante: Psiquiatra de profesión y culturista, mientras realizaba sus estudios en la universidad, pasaba dos veces por semana por la clínica de fertilidad (X) donando dos muestras de semen percibiendo 40 dólares por muestra, esto lo hizo durante 17 años; ahora calcule usted, si al señor Steven no le resultó rentable masturbarse dos veces por semana… Este personaje hoy tiene más de 500 hijos por el mundo producto de las inseminaciones. Los hijos tienen el derecho a saber quiénes son sus padres, algunos hijos, gracias a pruebas de ADN, han encontrado a su padre biológico a pesar del anonimato de la inseminación.

En la década de 1940, el matrimonio formado por Bertold Wiesner y Mary Barton abrió una clínica de fertilidad en Londres, y desde esa fecha han ayudado a concebir más de 1,500 niños. Ahora, este negocio familiar es objeto de escándalo porque se ha descubierto que al menos 600 de esos bebés pueden tener “el mismo padre”, que no es otro que el señor Wiesner quien, al parecer, no solo es socio del negocio, sino también el donador mayoritario; menos gastos operativos, claro.

Si imaginamos probabilidades, existe la posibilidad remota pero posible, de matrimonios entre “hermanos” que comparten padre, es decir ¡una relación incestuosa involuntaria!, causada por los azares de la vida, en donde el donante de esperma jamás imaginó que dos de sus hijos convergerían en un futuro hipotético, ignorar que son hermanos y tratar de formar una familia; esas son palabras mayores.

Muchos hijos e hijas están llegando a sus padres gracias al ADN, se enteran de que tienen otra familia, con los que comparten una genética paterna idéntica y, por derecho legal, quieren saber quiénes son sus hermanos o quién es su padre. Al parecer, hay un instinto poderoso que los lleva a buscar a ese padre donante del esperma que fecundó su madre, en algún momento en alguna clínica especializada.

En España la “Asociación de Hijos de Donante Anónimo”, reclaman el derecho de saber quién es su padre biológico, fundamentan sus peticiones en la Constitución española, el origen genético, la historia biológica y derecho infantil, para luchar contra el poderoso argumento del sistema legal de “protección de identidad de los donantes”; larga batalla. El derecho de conocer la identidad del progenitor únicamente está reconocido para los hijos adoptados; por lo que los miembros de la Asociación tienen mucho por hacer.

Esta situación se le ha ido de las manos a “alguien”. La capacidad de donar muestras de esperma puede llevarnos a topar con problemas severos, no solo por la cantidad de inseminaciones posibles, sino también por la cantidad de enfermedades transmisibles genéticamente. Se necesita más control y menos donantes irresponsables dedicados a inseminar a distancia, ¿control, o hijos por centenas?

 

 

 

 

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