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sábado, abril 19, 2025

La resiliencia, ¿una creación del capitalismo?

Hace unos días leí un pensamiento de un internauta en Facebook, decía que la resiliencia es un invento del capitalismo, para que nadie reclame sus derechos y busque cómo salir por sí mismo de la pobreza.

También escuché a algunos jóvenes inspirarse en ideas de que hay que trabajar menos, de manera inteligente, o sea que otros trabajen por ellos, una idea nada nueva, un deseo de muchos, pero que menos del 5% aproximado de la población mundial lo logra; a los demás nos toca trabajar, ganarnos nuestro sustento a través de nuestras habilidades, esas que nos permiten realizar un trabajo bien o mal remunerado.

Por eso, vemos en muchos que carecen de talento o habilidades incursionar en campos como la política, especialmente en Latinoamérica. Cada vez la educación superior se ve desmeritada; se le acusa de no convertir en millonarios a la población, se argumenta que gana más un emprendedor en un mercado con solo secundaria que un egresado universitario.

Aquí solo puedo decir que la oferta y la demanda son las que dictan los salarios. Entre más desempleo, menos oportunidades hay para que los egresados universitarios puedan negociar un mejor salario; el empleador puede escoger entre miles de hojas de vida y decidirse por la que más le parezca, por un salario abajo del mercado muchas veces.

Contrario al sector público, donde lo que interesa más son los “vivas”, los “afiches”, “las llantas quemadas”, ahí vale más estar “enchufado”. Los jóvenes que sí les gusta el trabajo honrado tal vez se ven desanimados, pero yo siempre les digo: Honduras no debe ser su único referente de ética y prosperidad; en otras palabras, ellas y ellos deben prepararse para un mundo globalizado. Esas habilidades que aprenden aquí en nuestra querida patria, en las universidades públicas o privadas, pueden utilizarlas y les ayudará a sobrevivir y sobresalir en cualquier lado.

Además, si ellos se quedan aquí, deben abrirse campo, crear su propio espacio laboral que les permita desarrollarse, sin poner en riesgo sus principios, o sea, sin vender el alma al maligno. Ya sabemos que una vía rápida para enriquecerse sin tener una base económica previa es la política en Honduras (además del crimen organizado, entre otros).

Nuestros profesionales dignos e inteligentes no deben caer en la trampa del oportunismo, en convertirse en verdugos de sus propios compañeros y compañeras. No hay camino fácil, ni rápido, y ya lo he visto: personas que, sin ser empresarios o ser capitalistas, se sienten que han alcanzado la cima porque ocupan un cargo temporal en el gobierno local o en el gobierno nacional, a través de la política (pero es un espejismo).

Si la resiliencia es una creación del capitalismo, pensaría que no, que el ser humano desde que vivía en las cavernas sabía que al siguiente día tendría que enfrentarse nuevamente a los animales salvajes para poder alimentarse; también aprendió que un invento como el fuego hacía la vida más agradable.

La resiliencia podríamos decir que es casi un mandato bíblico: esforzarnos y ser valientes, que, aunque veamos al malo prosperar, jamás impulsemos a otros a ser iguales y tenerlos como referente. No es utopía, es algo que he visto y vivido en países que lo han logrado.

Contrario a lo que vemos en Honduras año tras año, ser ético es una desventaja; saca a las personas y hasta las empresas del mercado. Para comprender mejor el concepto de resiliencia, tomé como referente este concepto atribuido al campo de la física y la química “la capacidad de cualquier material para recuperar su forma inicial después de que se ejerce una fuerza que lo deforma.

La palabra proviene del latín salio, que se traduce como “saltar”, antecedido por el prefijo re-, que indica repetición o reanudación.” La resiliencia en el contexto hondureño no es una opción, es un deber, para alcanzar nuestras metas.

A pesar de vivir en un sistema viciado, cada uno puede hacer la diferencia. No puedo decir que los buenos somos más, porque creo que bueno es solo Dios; los demás luchamos por serlo día a día.

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