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lunes, julio 1, 2024

La mujer en la política mexicana

Los derechos políticos de las mujeres se encuentran establecidos en los instrumentos internacionales como la Declaración Universal de los Derechos Humanos y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de la ONU y en la Convención Americana sobre los Derechos Humanos de la OEA.

Existen otras convenciones y tratados de derechos humanos de las mujeres y entre ellos encontramos: La Convención sobre los Derechos Políticos de la Mujer de las Naciones Unidas, adoptada en México en 1953, que reconoce que toda persona tiene derecho a participar en el gobierno de su país, ya sea de manera directa o por representación, de manera libre y en igualdad de oportunidades de ingreso, participación y ejercicio en el servicio público de sus países. Dentro de esta participación, las mujeres deben tener derecho al voto en todas las elecciones sobre una base de igualdad y deberán tener acceso a ocupar cargos públicos, ser elegibles para todos los organismos públicos de sus estados y países y debe quedar prohibida toda forma de discriminación hacia ellas en el ejercicio de sus derechos políticos. La Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, suscrita por México desde 1980 y ratificada en 1981, es considerada la Carta Magna internacional en materia de igualdad y no discriminación.

En 1937, el sufragio femenino en México parecía un hecho: Venustiano Carranza envió una iniciativa de reforma al Artículo 34, que permitiría el voto a las mujeres. La Cámara de Diputados y Senadores y las legislaturas de los estados aprobaron la reforma, pero el Partido Nacional Revolucionario detuvo el proceso. Argumentaban que el voto de las mujeres “podría verse influenciado por los curas”. No fue sino hasta 10 años después, cuando la ONU llamó a los países miembros a reconocer los derechos políticos de las mujeres; y el sufragio femenino se convirtió en una realidad para las mujeres mexicanas. México fue el último país de Latinoamérica en reconocer este derecho.

El 17 de octubre de 1953, hace 71 años, el Diario Oficial publicó el siguiente texto: “Son ciudadanos de la república los varones y las mujeres que, teniendo la calidad de mexicanos, reúnan, además, los siguientes requisitos: haber cumplido 18 años siendo casados, o 21 si no lo son, y tener un modo honesto de vivir”. Las mujeres finalmente alcanzaron el reconocimiento de ciudadanas, mismo que les otorgó el derecho a votar y a ser votadas en elecciones nacionales. Un año y pocos meses después, el 3 de julio de 1955, las mujeres acudieron a las urnas por primera vez a emitir su voto con el propósito de elegir diputados federales. Este logro histórico para los derechos de las mujeres no se dio de la noche a la mañana, requirió la lucha de incontables mujeres decididas a la creación de un país en donde su voz fuera escuchada.

La participación de las mujeres como titulares del Poder Ejecutivo en México a nivel federal y estatal ha sido limitada. Desde que se reconoció el derecho al voto de la mujer, se postularon seis candidatas a la presidencia de la república, sin que alguna de ellas haya ocupado la presidencia, las aspirantes fueron: por el Partido Revolucionario de los Trabajadores (1988), Rosario Ibarra, por el Partido del Trabajo (1994) Cecilia Soto,

por el Partido Popular Socialista (1994) Marcela Lombardo Otero, por el Partido Alternativa Socialdemócrata y Campesina (2006) Patricia Mercado, Partido Acción Nacional (2012) Josefina Vázquez, y como candidata independiente (2018) Margarita Zavala.

De la muchedumbre salió una estudiante de la carrera de Física, con 24 años, entre los cánticos de “¡huelga, huelga!” La joven se subió al techo del emblemático edificio de la U.N.A.M., puso el pendón e inauguró una nueva protesta contra el neoliberalismo que, por entonces en medio de una crisis económica, se afianzaba en México y empezaba a asomarse en la universidad más grande de América Latina. Casi 40 años después, esa valiente estudiante acaba de ganar las elecciones para la Presidencia de México. Se llama Claudia Sheinbaum Pardo, cuenta con una maestría y un doctorado. Fue alcaldesa de la CDMX. Y desde el 1 de octubre será la primera jefa de Estado en la historia del país. La temprana participación de Claudia Sheinbaum con Cuauhtémoc Cárdenas, Andrés Manuel López Obrador, miles de combatientes y luchadores sociales y de izquierda contra el PRI y en los triunfos para gobernar la Ciudad de México de ambos dirigentes, en la victoria de AMLO en la elección presidencial de 2018 y su propia experiencia de gobierno en la Ciudad de México por casi cinco años, la revelan como una mujer que se ha nutrido de valores de lucha, dignidad, tenacidad e inteligencia.

La presidente electa ha reconocido en ocasiones pasadas que el “modelo de la transformación, que inició con este gobierno, es un modelo humanista” y pretende seguir con éste. No obstante, agregará: protección del patrimonio nacional, mejores salarios y pensiones, no aumentar los impuestos, salario mínimo para maestros de educación básica de tiempo completo, así como los policías, efectivos de la Guardia Nacional, soldados, marinos, médicos y enfermeras. Claudia Sheinbaum en la dirección de las utopías por la democracia y por un mejor país; inspiró a millones de mexicanos, que motivaron la rebeldía y la resistencia siendo jóvenes del año 68, que no se rindieron, sino que asumieron con convicción en la lucha por sus ideales, el riesgo de morir, quedar presos o ser desaparecidos.

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