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viernes, abril 25, 2025

La importancia del nombre

Una cosa que considero importante es saber de dónde vengo y otra, por qué me llamo como me llamo. Más de una vez me he sorprendido enterándome de que una buena mayoría de las personas no tienen idea de ninguna de estas cosas. Con el paso del tiempo me impresiono menos de esa falta interés, pero no deja de preocuparme. Por esto y otras razones más, esta es una de las asignaciones que dejo a mis estudiantes de Historia, averiguar sus orígenes y la razón de su nombre. Y es que yo soy una convencida de que nuestra personalidad tiene mucho que ver con esto y muchas veces no nos damos cuenta. Por eso creo que debemos poner especial atención en la razón por la que hemos elegido un nombre para un bebé, asegurarnos de que se trate de algo significativo y no solo porque cierto apelativo esté de moda.

Tampoco creo que el significado del nombre en sí sea tan relevante como lo es la persona en la que nos inspiramos al nombrar a un niño o una niña, por ejemplo.
Si su nombre fue inspirado por un abuelo, una tía, o un ex amor, trate de indagar sobre sus características más relevantes y verá que usted también las posee. Si se trata de un artista e investiga más sobre él, verá que comparten algún rasgo físico o de personalidad. Lo mismo si se refiere a un príncipe, una modelo de pasarela, un deportista, escritor, emperador o filósofo. Ahora, en cuanto a nombres bíblicos, después de alguna que otra investigación y observaciones he llegado a algunas conclusiones muy interesantes que seguramente compartiré más adelante.

Claramente un buen número de personas pensamos así, que esto es significativo y relevante, y es por eso por lo que nombres como Elvis, Enrique, Cindy, Gisele, Andrés, Julio, Ernesto, César, Martín, por mencionar solo algunos, están a la orden del día y lo han estado desde hace ya mucho. Porque son nombres que han sido o son llevados por grandes personajes. Claro que esto no es garantía de que el portador vaya a disfrutarlo. Recuerdo que el novelista y ensayista norteamericano Ernest Hemingway, odiaba su nombre que fue sacado de la magnífica obra de Oscar Wilde: “La importancia de llamarse Ernesto”.

Evitemos condenar a los muchachitos a cargar con nombres sin significancia y nosotros intentemos indagar en el nuestro propio y veremos cómo detrás de él hay una bonita historia escondida. Y si resulta que no, intentemos imaginarnos una, y si definitivamente su nombre es algo que usted no soporta, consígase un abogado y cámbieselo, ¿por qué no? Aproveche que no se trata de su apellido, que con ese sí que no se puede hacer gran cosa cuando no gusta tanto.

Emy James
Emy James
Emy James, psicóloga y Máster en Educación, escritora a nivel profesional. Trabaja en teatro y radio y es también docente.
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