Estaba en reunión, con uno de mis clientes que, dicho sea de paso, es consultor. Y nos comentaba que la esposa le había dicho que por qué no se pintaba las canas. ¿¡Querés que me quede sin trabajo¡? Respondió. Recordá que soy consultor, le dijo y estas canas dan mucho valor a mi consultoría.
¡Vaya afirmación! Pensé. Y uno “Sacándoselas”. En la era donde todos opinamos, sin siquiera buscar si hay fuentes confiables, estudios o datos que respalden una opinión, qué importante es la experiencia. Pero para ello quiero aplicar el sentido común.
Los que buscan empleos hoy día, se quejan mucho de que las empresas buscan “Recién graduados” (Para pagar poco) con experiencia. Creo que el término puede estar un tanto raro allí, o malentendido. Pero se refiere a graduado, y que al menos sepa hacer bien su trabajo.
La experiencia es otra cosa. El que sabe, siempre sabe que botón tocar. Sin tanto ruido, sin tanta foto. Es lo que en los negocios se le conoce como un “Matador” un goleador nato con olfato, pues ha sabido desarrollar instinto a través de la prueba y error. No con ello deseo quitar merito a la gente joven. Empecé en esto desde muy temprano y por más conocimiento que uno tenga, la experiencia viene de la prueba y error.
Ahora bien, ¿Cómo hago madurar mi equipo de trabajo o mi empresa? Precisamente así. Fallando. Equivocándose con riesgos controlados y asegurándose del registro paso a paso, de lo que está haciendo en el proceso. La experiencia, tampoco va a venir solo de lo malo. También de lo buen.
Y muchas veces allí se nos pasa por alto revisar ¿Qué hicimos de bueno? ¿Revisa usted aquellas cosas que le ha ido bien y apunta por qué en ese asunto se le dieron tan bien las cosas? Ojo a eso, que con el correr de los días se nos puede olvidar también del porqué allí nos fue bien.
La experiencia cobra caro. Pero explica bien. No tiene idea usted, las veces que en los negocios me han burlado. He perdido. Me ha tocado hacerme responsable por un mal entendido, me han hecho repetir las cosas, he tenido que pedir perdón y dar la cara, pero siempre me digo “He aprendido esta lección”. Si no pasa bien esa lección, seguro el examen se repite.
A eso me refiero con que las experiencias “Enseñan bien” Para hacer que su equipo de trabajo, su gente, madure. Tómelos de la mano y atrévase a fallar. Eso sí, toca ser muy firme en la corrección y el aprendizaje, pues muchas veces estas lecciones vienen a través del recurso de otro.
La experiencia nos enseña a “Decir no” cuando no podemos cumplir o deseamos no hacer algo. La experiencia nos dice, no le pongás tanto recurso a eso, mejor invertirlo en esto otro, pues no son teorías, lo hemos visto en la práctica. La experiencia nos ayuda a tener la “Resiliencia” de saber que, si no puedo cambiar algo, pues el que debe cambiar soy yo. Conozco mucha gente en el proceso de aprendizaje que se “desespera” por tener mucha experiencia en poco tiempo, de manera rápida y la verdad eso es muy difícil, pero les vendo una mejor idea. “Vas a tener más experiencia que yo, pues a tus años, ni sabía lo que era esto”.
Podemos apresurar algunos logros, otros no. Podemos pelear batallas, otras mejor ni meterse a ellas. Lo que sí le puedo recomendar es algo que aprendí en La Cumbre de liderazgo: Sea un aprendiz empedernido. ¡Pague el precio de la experiencia!