Como cada Jueves Santo, las calles de comunidades rurales de Honduras se llenaron de color, máscaras y alegría con la aparición de los tradicionales “judíos” o “diablos”, personajes disfrazados que recorren pueblos correteando a niños y entreteniendo a turistas, en una de las costumbres más pintorescas de la Semana Santa hondureña.
Esta tradición, profundamente enraizada en la cultura popular, ha perdido fuerza en las ciudades del país, pero aún sobrevive con entusiasmo en las zonas rurales, donde la llegada de vacacionistas ofrece una nueva vida a estas expresiones folclóricas.
Una costumbre con historia y simbolismo
Los participantes, en su mayoría jóvenes, se visten con atuendos llamativos y máscaras que representan figuras bíblicas o simbólicas relacionadas con la Pasión de Cristo, como soldados romanos o los opositores de Jesús.
Durante Jueves y Viernes Santo, recorren las calles, plazas y casas de sus comunidades pidiendo dinero, bailando, y realizando actos teatrales, como “robar” objetos o asustar a los más pequeños.
Aunque originalmente esta práctica buscaba representar escenas de la Pasión desde un enfoque religioso, con el tiempo ha adquirido un carácter lúdico y turístico, especialmente en zonas donde los visitantes disfrutan del espectáculo y colaboran con propinas.
Tradición en transformación
Sin embargo, esta costumbre también ha sido objeto de críticas y reinterpretaciones. El uso del término “judíos” ha generado controversia por considerar que perpetúa estereotipos negativos sobre la comunidad judía.
Por esta razón, en algunos lugares se prefiere el uso del término “diablos”, o directamente se ha optado por suspender la práctica en zonas urbanas más sensibilizadas con el tema.
Es importante destacar que esta representación no refleja la cultura ni las creencias de la comunidad judía real en Honduras, sino que se trata de una forma simbólica y tradicional de rememorar pasajes de la fe católica.
Cultura viva
A pesar de las transformaciones y cuestionamientos, esta tradición sigue siendo una expresión cultural viva en muchas comunidades hondureñas, donde se valora como una forma de mantener el folclore y la identidad local, además de convertirse en un atractivo para los turistas durante la Semana Mayor.
Mientras tanto, los “judíos” o “diablos” siguen corriendo por los caminos empedrados de Honduras, arrancando carcajadas y preservando, a su manera, una tradición que mezcla religión, teatro, cultura popular y celebración.