Dortmund. Por detrás en el marcador en un instante, en 23 segundos, con el gol más rápido de los 84 años de historia de la Eurocopa, hasta este 2024, de Nedim Bajrami, la selección italiana, reaccionó con una autoridad inesperada, remontó en la diferencia que aún le separa de Albania.
Aún en tiempos sombríos, lejos de la envergadura de toda su historia, fuera del último Mundial de Catar, Italia es la vigente campeona de Europa.
Es la defensora de un título a la que prácticamente nadie le otorga posibilidades en Alemania.
Si las tiene o no lo dictará el recorrido, que empezó de la peor forma posible, pero enderezó con carácter y celeridad, aunque con altibajos.
Dirigido por Spaletti desde el banquillo, con una única derrota en sus once encuentros (3-1 contra Inglaterra), propone una cantidad de jugadores cuya dimensión es incuestionable.
Cierto que este sábado jugó contra el peor equipo del grupo, pero presentó en la Eurocopa a un defensa de firme apariencia, juego dinámico y precisión absoluta como Calafiori (22), al lado de Bastoni (25).
En ese sentido, Italia en la segunda jornada aguarda España y en la última se enfrentará a Croacia.
Si había dudas, el gol de Bajrami las disparó de repente. Sin intuirlo. En 23 segundos, con el error gravísimo en el saque de banda de Dimarco, que le entregó la ocasión al atacante albanés.
La volea con la derecha del delantero del Sassuolo (dos tantos en este curso en la Serie A) fue imparable para Donnarumma.
El gol más veloz de las 17 ediciones de la Eurocopa. Le arrebató tal récord al ruso Dmitri Kirichenko, con su tanto a los 67 segundos ante Grecia del 20 de junio de 2004.
La incredulidad de Italia. La inseguridad. Y la rebelión. Su respuesta fue concreta. Fulminante.
Ni un instante esperó. Asumió el golpe, se apropió del balón, ganó metros y atacó. Trasladó toda la acción al terreno contrario.
De no haber sido porque su reacción fue concluyente. Lo reforzó. Además, ante una olla a presión en ebullición, con unos 40.000 seguidores albaneses en las gradas, cuando llegó el 0-1.
Mejores jugadas
En el minuto 11, un córner en corto, un centro al segundo palo de Pellegrini y el remate solitario de Bastoni anunció a todo el público que el 0-1, la victoria parcial de Albania.
Después, Barella conectó con el 2-1 con una volea desde fuera del área. Le bastó un balón suelto para demostrar su clase.
También para aliviar a Italia, que no fue más allá en el primer tiempo porque el remate picado de Fratessi lo repelió el poste y porque el portero Strakosha se cruzó para negar el tercero a Scamacca.
Su supervivencia fue defensiva. Cada vez que sobrepasó ya su medio campo hacia adelante, con una mínima aspiración de generar un ataque, su hinchada rugió con expectativa.
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Nada más allá de alguna incursión que se quedó a metros de ser una ocasión. O un córner, jaleado como un gol. Pero no sólo vencía Italia. Lo controlaba casi todo. Hasta el tramo final.
La distancia era mínima en el marcador. La diferencia era mucho más sustancial sobre el terreno.
Sin embargo, un margen tan estrecho siempre es una inquietud para cualquiera. También para Italia, abucheada en la circulación sobre el área de Albania, a la espera de su ocasión para asegurarse contra cualquier imprevisto.
No la necesitó. Sí una parada final de Donnarumma. Jugó con fuego. Dos instantes. Al inicio y al final. Sobrevivió a los dos.
