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sábado, junio 29, 2024

Inquisición, curas y libros

Cuenta la leyenda que hoy en día pensar diferente sigue siendo una misión peligrosa, el hecho de tener un pensamiento alternativo puede ser objeto de censura por aquellos que conforman la mayoría.

Es conocido que el cristianismo llegó a estar tierras hace poco menos de quinientos años, con la llegada de Cristóbal Colón en 1492 y sus conquistadores, de igual manera, llegó la religión y una institución conocida como la Santa Inquisición. Se empezó a conquistar el continente en nombre de Dios y de la corona castellana.

Hablar sobre el Tribunal del Santo Oficio, conocida como la Santa Inquisición es un tema difícil de resumir en esta columna, por su complejidad, pero trataré de explicar brevemente ¿qué buscaba reprimir en estas tierras tan lejanas y de costumbres tan diferentes a las europeas?

En el reino de Castilla y León, era “confesional católico” es decir, todos debían profesar el catolicismo, so pena de expulsión del reino. Paralelamente a este hecho, el papa Alejandro VI estableció las bulas alejandrinas, mediante las cuales se concedía a los reyes católicos, Fernando de Aragón e Isabel la Católica, la venia para conquistar lo que hoy conocemos como América, todo en el nombre de la Iglesia; estas tierras se conquistaron a través de la fe católica y la espada.

A partir del año 1569, los Tribunales de la Santa Inquisición se instalaron en México y Lima y en 1610 el de Cartagena de Indias, con la finalidad de cumplir con lo encomendado por la Iglesia, es decir, cristianizar a los habitantes de las tierras conquistadas.

El principal propósito del tribunal en España era vigilar “la veracidad” de las conversiones de judíos y musulmanes al catolicismo, que debían bautizarse como católicos para seguir viviendo en el reino, so pena de expulsión o afrontar un proceso ante el tribunal del Santo Oficio. El fin primordial era evitar que los judíos y los conversos realizaran prácticas “judaizantes” y erradicar cualquier tipo de “herejes” y que arribaran a América para corromper la fe cristiana.

Las funciones del Santo Oficio venían reguladas por instrucciones eclesiásticas y jurídicas desde 1486 y por la Pragmática de 1492, que normaron y extendieron la vigilancia del Tribunal al ámbito de “la vida privada de frailes y fieles”, con el fin de encontrar ritos secretos o costumbres contrarias a la fe y a la vida cristiana. Esto incluía condenar, por ejemplo, la adivinación, la idolatría, la brujería, la seducción y la vida conyugal secreta, la bigamia, la homosexualidad, la apostasía, la observancia del ayuno en sábado, el hecho de lavarse las manos hasta los codos (considerada costumbre de musulmanes) y cualquier opinión individual “disonante” o con connotaciones heréticas en contra de la ortodoxia católica.

Por lo dicho antes, el 22 de julio de 1511, el cardenal Francisco Jiménez de Cisneros, inquisidor general del reino, dio una orden para que los obispos americanos actuaran como inquisidores en sus territorios episcopales, ordenándoles que se afanaran “en la persecución de los herejes”.

La corona española se enfocó en un primer momento en la catequización de los indígenas. Las congregaciones fundadas por los misioneros reales en el nuevo mundo fueron llamadas “doctrinas de indios”.​ Originalmente, los frailes tenían únicamente una misión temporal: profesar la fe católica a los indígenas, para luego establecer las parroquias seculares como las establecidas en España; debían también enseñar el Evangelio y el idioma castellano a los nativos americanos.​ Cuando los indígenas estuvieran catequizados y castellanizados, podían empezar a vivir en las parroquias y a contribuir con el diezmo, igual que lo hacían los peninsulares súbditos de la corona.

Los indígenas estaban “exentos del juicio inquisitorial” … El Tribunal del Santo Oficio de México -establecido en 1571- extendió su jurisdicción a la Capitanía General de Guatemala, y también a las islas de Barlovento y Filipinas.​ El primer comisario en Guatemala fue Diego de Carbajal, nombrado el 18 de febrero de 1572.​ La inquisición quedó sólidamente establecida en esta capitanía general y contó con el apoyo de la autoridad local y de conquistadores llegados a estos dominios. Originalmente, se dedicó a perseguir a los judíos portugueses, a los bígamos y a los frailes apóstatas. Punto y aparte fueron los independentistas del siglo XIX, que fueron blanco de los ataques de la inquisición.

La Inquisición fue enemiga implacable de la causa independentista en las colonias americanas.​ Prohibió de forma paralela una gran cantidad de libros ilustradores, al punto que casi todos “parecían sospechosos” de contener doctrinas sediciosas y antipolíticas, se consideraban heréticos, inmorales contrarios a las costumbres cristianas. Se prohibieron obras de Giordano Bruno, Erasmo de Rotherdam, Galileo Galilei, René Descartes, Baruc Espinoza y un largo etcétera, las obras prohibidas se encuentran en el “Index librorum prohibitorum (en español, Índice de Libros Prohibidos) establecido por la Iglesia para la censura del pensamiento divergente.

Las autoridades eclesiásticas se valieron del arzobispo Ramón Casaus Torres y Las Plazas, quien dirigió su ira no solamente contra los pensadores Ilustrados, sino también contra los curas mexicanos Miguel Hidalgo y Costilla y José María Morelos, más tarde héroes de la independencia en México. La Santa Inquisición sirvió para combatir los movimientos independentistas, se interesó en la erradicación del pensamiento ilustrado; censurado en estas tierras por tres siglos.

La inquisición pasó a mejor vida después de 1821 en el continente, pero el pensamiento inquisidor se encuentra en el alma de muchos que no toleran el pensamiento divergente…

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