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sábado, abril 19, 2025

¿“Influencer”?

“ESTIMULANTE, histórico –mensaje de un viejo y entrañable afecto– y entretenido, tu libro Kairós. Voy lento debido a mi debilidad visual”. Escribe el amigo madrugador: “Mi mamá desde pequeño me dijo que la felicidad era lo más importante en la vida; cuando fui a la escuela, me preguntaron qué quería ser cuando fuera grande y conteste: Feliz. (John Lennon)”. La jurista amiga: “Qué cierre y qué tremenda reflexión deja Winston al colectivo cuando expone la experiencia del que busca la felicidad fuera de sí mismo”. “La verdadera felicidad se halla en practicar la honestidad, la humildad, el amor, la caridad y el perdón; virtudes intrínsecas para Winston”. “Cuando servimos a los demás, vencemos los apetitos de nuestro cuerpo físico y seguimos las impresiones del espíritu”. Alusivo a la conversación de cierre: (–Esta otra historia –interviene Winston– del iluso que pasó su vida entera viajando y quejándose de que no encontraba la felicidad. Al final de sus días, subió a una montaña sagrada y preguntó: –“Maestro, ¿dónde está la felicidad? He buscado por todo el mundo”. Una voz le respondió: –“¿Has probado buscarla en ti mismo en lugar de esperar que te la entreguen?” El hombre frunció el ceño y suspiró: –“Es que eso suena a mucho trabajo”).

la nena de los cuentos– me dan grandes ideas para el cuento de la noche… aunque la nena prefiere cuando le hago historias enredadas (esas que le cuento más dormida que despierta y son un montón de disparates”. “Me levantan sus risas y dice: -mami ya cambiaste el personaje, comenzó siendo una sirena y ahora es un dinosaurio. En fin, la idea es no dejarla dormir sin un mensaje positivo y esto de buscar la felicidad en el interior, me gusta”. (Fin del espacio interactivo). Y hablando de la felicidad, ¿cómo no reparar en los versos de Juan de Dios Peza, “Reír Llorando”?: “Viendo a Garrik actor de la Inglaterra/ el pueblo al aplaudirle le decía:/ «Eres el más gracioso de la tierra/ y el más feliz…» Y el cómico reía. Una vez, ante un médico famoso,/ llegóse un hombre de mirar sombrío:/ -Sufro le dijo, un mal tan espantoso/ como esta palidez del rostro mío/ -Nada me causa encanto ni atractivo;/ no me importan mi nombre ni mi suerte/ en un eterno spleen muriendo vivo,/ y es mi única ilusión, la de la muerte-./ -Viajad y os distraeréis./ ¡Tanto he viajado!/ -Las lecturas buscad./ ¡Tanto he leído!/ -Que os ame una mujer./ ¡Si soy amado!/ Un título adquirid!/ -Noble he nacido!/ -Pobre seréis quizá?/ -Tengo riquezas/ -De lisonjas gustáis?/ -Tantas escucho!/ -Qué tenéis de familia?/ -Mis tristezas/ -Vais a los cementerios?/ -Mucho…mucho…/ -De vuestra vida actual, tenéis testigos?/ -Sí, mas no dejo que me impongan yugos;/ yo les llamo a los muertos mis amigos;/ y les llamo a los vivos mis verdugos./ -Me deja, agrega el médico, perplejo/ vuestro mal y no debe acobardaros;/ Tomad hoy por receta este consejo:/ «Solo viendo a Garrick podréis curaros»./ -A Garrik?/ -Sí, a Garrik… la más remisa/ y austera sociedad le busca ansiosa;/ todo aquel que lo ve, muere de risa:/ tiene una gracia artística asombrosa./ -Y a mí, me hará reír?/ -¡Ah! sí, os lo juro,/ -‘Él sí; nada más él; mas… ¿qué os inquieta?/ -Así –dijo el enfermo,– no me curo;/ -¡Yo soy Garrik!… Cambiadme la receta./ ¿Cuántos hay que, cansados de la vida,/ enfermos de pesar, muertos de tedio,/ hacen reír como el actor suicida,/ sin encontrar para su mal remedio?” (Hasta aquí algunos versos de la poesía).

(La historia que cuenta el DS –entra el Sisimite– de la “influencer” de la «vida perfecta»: “Una influencer de Instagram, publicaba fotos de desayunos saludables, viajes a Bali y sonrisas impecables. Sus seguidores creían que era la persona más feliz del mundo. Un día, su teléfono se cayó al agua mientras tomaba un selfie en la playa. Sin poder postear durante una semana, descubrió que: Dormía mejor. Reía más con sus amigos (sin filtros). Ya no le importaba si el aguacate de su tostada era fotogénico. Cuando volvió a las redes, escribió: «Mi mejor consejo para ser feliz: apaguen el teléfono». Perdió 10k seguidores, pero ganó una vida real. Moraleja: La felicidad no tiene filtros, pero a veces necesita un modo avión. -Aquí –interviene Winston– esta otra: “La App (aplicación de los chunches digitales) que medía la felicidad en tiempo real. Una “startup” lanzó “HappyMeter”, una app que monitoreaba tu felicidad con sensores de ritmo cardíaco, expresiones faciales y tweets. Los usuarios competían por tener el «score de felicidad» más alto. Hasta que un usuario hackeó el sistema: descubrió qué si ponía una foto de su perro frente a la cámara, la app le daba 100/100. Pronto, todos hicieron lo mismo. La empresa quebró, pero los perros del mundo se convirtieron en los verdaderos “influencers” de la felicidad. “Moraleja: La felicidad no es un algoritmo, pero los animalitos de Dios, como los chuchos y otras mascotas que son compañía insustituible, alegran en la vida real y son amorosa fuente de felicidad).

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