No puede existir improvisación, ligereza o impremeditación cuando se trata de cuestiones relativas a la correcta y efectiva conducción de los destinos de una determinada nación. El radiante pensamiento y la certeza de las acciones son elementos vitales que, con una competente fuerza y la sobresaliente actividad de los funcionarios y empleados públicos, de proporcionado carácter e ilustrada inclinación de modificación, rompen las barreras de la fraseología artificial y desteñida de algunos otros, que, sin fundamentos y argumentos insustanciales de repetición y oposición no constructiva, pretenden confundir al pueblo.
La expresión democrática en sus medulares pilares, propugna a toda costa y bajo cualquier circunstancia o evento, por una verdadera porción de genuino nacionalismo y un fervoroso contenido patriótico. El respeto a la comunidad nacional, está por encima de cualquier interés sórdido y personalista. Las inflexiones del trillado sendero de la demagogia y el engaño insípido, como la corriente pusilánime o torpe, no tienen cabida cuando se asevera con hechos, una ratificación inquebrantable de lucha con la realización de obras, sistematizaciones, ordenamientos y trabajos para el mejoramiento colectivo.
El valioso imperio de las conciencias populares, mediante una suspicaz y atrayente afiliación política, eleva al país por nuevos y mejores derroteros o rutas, en cuanto a la estructura general de los gobernantes y gobernados, incursionando social y hábilmente para lograr el goce y ejercicio de los derechos y garantías establecidas en la Constitución de la República. La conveniencia, unidad nacional, la forma de compartir funciones bajo el principio de integración, se logra de manera satisfactoria, con un moderno plan de gobierno, que asegura y fortalece sin discusiones, el progreso de Honduras, basado en la estabilidad política y correcto manejo de la Administración Pública. Nuestra nación respeta y reconoce la auténtica facultad de tener acceso a las prestaciones de seguridad social y servicios combinados que garantizan una protección en casos de maternidad, enfermedades, accidentes laborales, los reveces o mutua dependencia, así como el auxilio o ayuda en cuanto a la desocupación o falta o carencia de empleo. El artículo 142 de la Carta Fundamental, lo establece: “Toda persona tiene derecho a la seguridad de sus medios económicos de subsistencia en caso de incapacidad para trabajar u obtener trabajo retribuido.”
Es importante señalar, de manera enfática, que un determinado Gobierno se distingue por las obras realizadas, cuya raíz se forja por la habilidad y manejo cuidadoso a favor de las grandes masas populares, situación que desemboca con toda su intensidad, en un imponente, significativo, y desinteresado principio de ayuda destinada, sin restricciones a todos los sectores sociales, especialmente aquellos marginados del progreso, prosperidad y expansión de la comunidad o generalidad.
Frente a un horizonte dramático para el país, un verdadero progreso se consigue con la participación popular. Hay que borrar de manera espaciosa y segura, las manchas del odioso sectarismo infecundo y lograr felizmente un entendimiento con los distintos fragmentos de la población. Tenemos que conseguir a futuro el desarrollo económico, financiero, cultural, educativo y total de nuestra nación, borrando los odiosos índices de corrupción, nepotismo e insatisfacción. Los distintos líderes y guías con los arrojos del caso, deben conseguir la felicidad y tranquilidad de los pueblos con el fomento y ampliación de nuevas fuentes de ocupación y producción.
Ernesto Alvarado Reina