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domingo, junio 30, 2024

Hasta los santos…

Derroche o mal aprovechar algo, alguna circunstancia o a alguien. Una verdadera lástima cuando incurrimos en el desperdicio, de lo que sea, de la comida, la energía eléctrica, el agua, el dinero, nuestros talentos, nuestra propia energía, las personas… el tiempo.
No debería ser necesario darse una vuelta por esos países donde la escasez de alimento es tal que las personas literalmente mueren de hambre, tampoco haber leído sobre esas tremendas hambrunas que han azotado a la humanidad a través de tiempo, ni siquiera haber pasado hambre en algún momento de la vida para entender que no está bien desperdiciar la comida. La próxima vez que se encuentre con su carrito del supermercado abarrotado de alimentos, pregúntese si realmente su cuerpo necesita de todo eso y en esas grandes cantidades, si va a ocuparla en su totalidad o si buena parte de todo eso terminará en el cesto de la basura.
Recuerdo haber leído hace mucho tiempo un artículo donde se exponían algunos datos curiosos sobre algunos peculiares hábitos de la reina Isabel II de Inglaterra. Uno de ellos era ese de dar una ronda por su palacio antes de dormir para asegurarse de que todas las luces que debían estar apagadas lo estuvieran de verdad. Tomando en cuenta que el hogar de la monarca cuenta con poco más de 700 habitaciones y que su fortuna ascendía a unos 460 millones de dólares, quedaría más que claro que su preocupación radicaba en evitar el desperdicio de energía eléctrica el cual está ocasionando estragos en nuestro planeta. Increíblemente, gente mucho menos favorecida que ella es la que menos interesada está en este tipo de asuntos.
Sobre cuidar el agua se ha escrito ya bastante pero muy poco es lo que se ha conseguido. Y, bueno, el consumismo nos está consumiendo y seguimos comprando lo que no necesitamos.
Pero también estamos malgastando nuestra propia y preciada energía en asuntos que ya no tienen remedio, en tratar de cambiar a los otros y en personas a las que en realidad no le importamos tanto. Una buena mayoría no estamos trabajando en nuestros talentos, tenemos gente (muy poca la verdad, pero las hay) alrededor o al menos a nuestro alcance, de la que podemos aprender muchísimo, pero insistimos en buscar a los que nada importante nos aportan.
Sin embargo y a pesar de todo este despilfarro, aún estamos a tiempo de cuidar, de poner atención y hasta de recuperar todo esto que hemos derrochado, ignorado o desatendido. Todo con excepción de algo, el tiempo. Ese sí que no se recupera con nada. Cada minuto, hora o día que no aprovechamos para hacer alguna cosa productiva, es tiempo que seguramente lamentaremos haber desaprovechado. Ya lo dice el viejo y conocido refrán “el tiempo perdido… hasta los santos lo lloran”.

Emy James
Emy James
Emy James, psicóloga y Máster en Educación, escritora a nivel profesional. Trabaja en teatro y radio y es también docente.
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