No hay que permitir que los violadores de la ley, los corruptos dentro de la calidad de sujetos podridos, continúen con su vil tarea de despotricar o desvariar los caudales del Estado, que son pertenencia exclusiva del pueblo hondureño.
Sin lugar a dudas, los grandes males sociales deben combatirse con dosis de verdadera disposición, precisión y efectividad. Se tienen que definir claramente las políticas a seguir, mediante un caudal de conocimientos que deben repetirse sin rodeos por las variadas Autoridades Gubernamentales, con la finalidad primordial de instituir la función que concluya o corone con fuerza y objetividad, dentro de las posibilidades existentes.
El recio combate y la confianza que se persigue, sin lugar a equívocos, dentro de un planteamiento que no envuelva las palabras en la obscuridad, sino que, por el contrario, culmine en hechos y ejemplos de la floración de la vida contra todos los males o dolencias evidentes que perjudican el normal desarrollo de nuestra nación.
Un inusitado pánico colectivo y una situación triste y angustiosa que se prolonga para el pueblo, implica como una lógica consecuencia un inusitado miedo, que, aún siendo contagioso, se combate con hidalguía y valeroso poder, para que definitivamente se borre de los distintos escenarios y posteriormente convertirse a cercano futuro, en un simple estado fugaz o efímero que nos lleva hacia una vida tranquila de felicidad y de prosperidad por entero.
Esta potencia e impulso de habilidad asegura una considerable construcción de obras de diversa índole y un acontecimiento de alta importancia y trascendencia para el país.
El valor intrínseco, con la templanza y carácter especial de los hondureños, no se detienen con el simple significado de las palabras expresadas por inescrupulosos políticos, sino que adversamente contribuyen con versados conocimientos, a una indicadora instrucción, y asimismo, una nueva forma de grandiosos lazos de unión nacional para vencer los eventos o accidentes e ilusorios acontecimientos, que tienden a llenar de pujanza y disposición para luchar y rellenar de libertad o compañerismo a los miles de compatriotas que rechazan de manera contundente las dolencias generales o relativas que se amoldan sin esperanza y fuerza en los laberintos de la obscuridad, el totalitarismo y la dictadura.
De manera sigilosa, la posibilidad de contaminación desaparece y termina por su propia imaginación, espejismo y carencia de base legítima. La firme reyerta o lucha contra el abuso y la impunidad alcanza nuevos resplandores.
Que no queden sin correctivo y ejemplar condena los culpables de la crisis hondureña, El Ministerio Público con todo el peso de la ley, requiere o demanda la devolución de los dineros sustraídos al margen de la Constitución Política y demás leyes en vigencia, por lo ancho y amplio del territorio nacional.
Frente a una extensa apertura democrática electoral con su demostrativo y característico avance, dentro de un libre juego de opiniones, doctrinas e ideas, por medio de la salvaguardia de una responsabilidad vigilante, abre las puertas de la democracia representativa, republicana y liberal para resplandecer en un proceso progresivo y escalonado sin precedentes en la historia nacional.
Los radiantes y provechosos vientos de la incansable disputa contra la corrupción y la impunidad constituyen una auténtica transformación en Honduras, caminado por amplios horizontes, y desde luego, por nuevos y mejores derroteros de gran magnitud.
El capital, patrimonio y dinero apropiado por la vía indebida e ilegal, debe ser devuelto para satisfacer las causas justas y obras que reclama la población hondureña. No hay términos de gentileza y cortesía que no queden sin castigo y condena a los corruptos y se les impongan las penas de cárcel que merecen.
En este mes de la Patria del año 2024 y los posteriores tiempos, una firme lucha o reyerta sin treguas y limitaciones de ninguna naturaleza, comienza en nuestro país, humedecida de una renovada y tenaz vitalidad contra el abuso y la falta de castigo para los delincuentes.