A HORA lo que corresponde, después del sentido funeral –acorde con los ritos católicos– son los 9 días de misas en su memoria. Así que acompañando el fervor anímico de los fieles criollos –fatigados hasta la médula de escuchar los mismos alegatos políticos estériles de intereses mundanos, y hasta indignados por el acoso a las consejeras –por culpas que son de otros—que lejos de disminuir su imagen como guerreras defensoras de la democracia, la martirizan; como el hostigamiento al CNE por lo que ninguna mente despierta duda sobre lo que en realidad pasó con los busitos nómadas que llevaron a pasear las urnas ambulantes por toda la ciudad—continuamos con lo espiritual, ofreciendo al colectivo—asistidos del Diccionario Teológico y la IA—información complementaria de los editoriales anteriores. ¿Por qué Jesús es Cristo, fue la consulta de la nieta durante los días de la Semana Santa:
¿Cuál fue el verdadero nombre de Jesús? El nombre original de Jesús en su contexto hebreo-arameo fue: Yeshúa (עושי(, una forma abreviada del nombre Yehoshúa (יְוֹה שֻׁעַ(, que significa: “Yahvé es salvación” o “Dios salva”. “Cuando los evangelios fueron escritos en griego (la lengua franca del Mediterráneo), Yeshúa se tradujo como: Iēsoûs (Ἰησοῦς); y de allí al latín como Iesus, que finalmente en español se transformó en Jesús. ¿Por qué se le llama Jesucristo? “Cristo no es su apellido, sino un título. Proviene del griego: Christós (Χριστός) que significa “el ungido”. Este término es la traducción griega del hebreo: Mashíaj (מָשִׁחיַ(, de donde viene la palabra Mesías, que también significa “ungido”. “En el Antiguo Testamento, los reyes, sacerdotes y profetas eran ungidos con aceite como señal de que habían sido escogidos por Dios. El pueblo de Israel esperaba un Mesías —un ungido especial— que fuera su liberador y rey.” “Así, cuando los cristianos primitivos decían Jesús el Cristo, afirmaban que Jesús era ese Mesías esperado. ¿Qué significa entonces “Jesucristo”? “Es la fusión de Jesús (su nombre) y Cristo (su título): Jesús el Cristo, significa Jesús, el ungido por Dios para salvar”. Jesucristo (forma compuesta, combinación que afirma la fe cristiana en su doble identidad humana y divina) equivalente a la afirmación teológica de que Jesús es el Mesías”. El letrero colocado en la cruz de Jesús, conocido por las siglas “INRI” (del latín “Iesus Nazarenus, Rex Iudaeorum”, que significa «Jesús de Nazaret, Rey de los Judíos»), refleja la acusación irónica que los soldados romanos hicieron hacia Jesús. Según los relatos evangélicos, la inscripción varió ligeramente en los diferentes textos, pero todas coinciden en el título “Rey de los Judíos”: Mateo 27:37: “Este es Jesús, el Rey de los Judíos”. Marcos 15:26: “El Rey de los Judíos”. Lucas 23:38: “Este es el Rey de los Judíos”. Juan 19:19-20: “Jesús de Nazaret, Rey de los Judíos” (en hebreo, latín y griego).
(¿Sabías –entra el Sisimite– que “en ninguno de los Evangelios se menciona la palabra “Cristo” (que significa «Ungido» o «Mesías») en el letrero?” -Es que –ilustra Winston—“los romanos, al colocar la corona de espinas y la inscripción, buscaban burlarse de la afirmación de que Jesús era un “rey político”, no un líder religioso o espiritual.” “Sin embargo, para los cristianos, esta burla se convirtió en una proclamación involuntaria de su identidad mesiánica y su realeza divina.” -La inscripción original –vuelve el Sisimite– se refería a “Jesús Rey de los Judíos”, sin incluir “Cristo”. -El término “INRI” –recuerda Winston– “resume esta frase en latín, tal como aparece en el Evangelio de Juan.” “La corona de espinas y el letrero fueron herramientas de burla romana, pero simbólicamente afirman la creencia cristiana en Jesús como Rey y Mesías.” -No me digás –bromea el Sisimite—que además del rosario y la cruz bendecidas por los Papas que tenés, vas a decir ¿que también conseguiste una espina de la corona? -Nada que ver—responde Winston—ya están incluidas en el “jardín de rosas” de donde toma su nombre en latín el “rosarium”. Cada Avemaría es una “rosa espiritual”. Y la única espinita que tengo sería con los pobres diablos incultos que no leen, ah y con vos, que cuando Santa Elena repartió astillas de la cruz —porque ya merodeabas esos rincones del mundo en aquellos tiempos—fuiste incapaz de conseguir una.)