Alice Molland fue en efecto una de las últimas personas en Inglaterra condenadas a muerte bajo la acusación de brujería.
En 1685, fue juzgada en Exeter, pero los registros históricos sobre ella son limitados, y no existe evidencia concluyente de que realmente haya sido ejecutada.
Esto ha llevado a algunos historiadores a plantear la posibilidad de que Molland haya escapado a la ejecución, especialmente en un periodo en el que el fervor contra la brujería estaba en declive.
Inglaterra había comenzado a cuestionar las leyes sobre brujería, y muchos casos comenzaron a desestimarse o a recibir un tratamiento más escéptico, con la última ejecución comprobada de una «bruja» en 1682.
En 1996 se colocó una placa en el castillo de Exeter en Devon, Inglaterra, para recordar la condena de Alice Molland, honrando su memoria y la de las muchas personas que sufrieron bajo acusaciones de brujería en ese periodo.
La placa se instaló en el lugar donde, según los registros, fue juzgada y condenada, con el propósito de reconocer los excesos cometidos en tiempos de caza de brujas y subrayar la importancia de evitar juicios injustos basados en el miedo y la superstición.
Investigaciones más recientes, como las del profesor Mark Stoyle, sugieren que «Alice Molland» podría en realidad haber sido «Avis Molland» y que, lejos de haber sido ejecutada, vivió libre hasta 1693.
Esta teoría cambia significativamente la narrativa sobre la persecución de brujas en Inglaterra, indicando que las ejecuciones por brujería pudieron haber cesado antes de lo que se pensaba.
De ser cierto, el caso de Avis Molland desmentiría su supuesta ejecución en 1685 y reafirmaría que las últimas en ser ejecutadas fueron Temperance Lloyd, Mary Trembles y Susannah Edwards en 1682, en Bideford.
Molland (o Molland) fue acusada formalmente de brujería en relación con la supuesta hechicería contra Joane Snell, Wilmott Snell y Agnes Furze, un caso que ejemplifica cómo el miedo y la superstición llevaron a procesos judiciales dudosos.