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lunes, abril 21, 2025

El hombre tigre y otros bichos raros

Partiendo de que todo mundo puede hacer con su cuerpo lo que desee, con tal que no perjudique a otras personas, tengo que decir que estoy de acuerdo con el matrimonio igualitario, término no muy claro con el que se califica las bodas entre dos personas del mismo sexo.

Pero, en verdad -para mí-, la simple palabra matrimonio (con su terrible complejidad) es suficiente, cásese quien se case. Es más, no veo lejano el día en que a un trío (en cualquier combinación) se le ocurra casarse y, ¿qué tengo que decir?, pues, que estaría de acuerdo.

Es la vida de ellos, sólo tienen una, deben poder hacer lo que deseen. Pero claro, soy del convencimiento que sólo existen dos géneros -masculino y femenino- y que nadie puede cambiar de sexo, aunque se implante unas cosas por aquí y se corte algo por allá.

Ninguna mujer tiene próstata, ningún hombre ovarios. Las aberraciones, las confusiones sexuales, a veces los vicios o la perversión han sido una realidad desde todos los tiempos.

El homosexualismo era frecuente y casi visto con normalidad en la antigua Grecia y en Roma.

Más aún, ¿alguien recuerda las legendarias Sodoma y Gomorra?

Pero tenían derecho, al final cada cual sabe lo que siente y la felicidad puede llegar por cualquier lado. Desde luego, sigo sosteniendo que nadie puede cambiar de sexo, aunque se maquille y vista como quiera. Hubo una Miss España que era un hombre vestido de mujer y que, para su vergüenza y de quienes permitieron su participación en un concurso con el género equivocado, en uno de los desfiles “algo se le salió”, circuló viralmente un vídeo donde se lo está acomodando.

Con todos los recursos de la medicina cosmética moderna, no se cortó nada, aún y cuando iba a participar en ese concurso. Su convicción llegaba hasta el maquillaje y los implantes, pero no al grado del irreversible bisturí.

Ese “hombre-mujer” tiene una gran confusión mental, se viste y maquilla como mujer, pero a la hora de la hora, conserva el equipo completo. ¿Es hombre o es mujer?

Puede creer que es lo que quiera creer que es, tiene derecho, pero que a mí no me digan, eso no puede ser normal.

Igual que el que entró en la Casa Presidencial con una espada, la Balanza de la Justicia y un llamativo vestido femenino. Pero veamos lo de las bodas un poco más a fondo. Si un hombre se cree mujer, se viste como mujer, etc., (y quizá hasta haya pasado por el cirujano) y se casa con otro hombre, la verdad es que -en su mente y criterio- es una mujer casándose con un hombre.

Si piensa y siente que es mujer, entonces en realidad y desde su punto de vista no se están casando dos hombres, ¿no es cierto?

Las confusiones mentales a veces son tomadas por algunos como algo normal. Veamos el caso del “Hombre Tigre” y que, como el apodo lo indica, es un hombre que se cree tigre. Dennis Avner se realizó no sé cuántas operaciones, tatuajes e implantes en su afán de parecer un tigre.

Es un bicho raro, con un doloroso desajuste mental, pero que -no obstante- tiene derecho a hacer con su cuerpo lo que desee, siempre y cuando no salga por ahí a la calle a morder a la gente.

Pero nunca será tigre, ni siquiera llegará a gato, la vida lo hizo nacer hombre y eso no se puede cambiar por más que él lo crea.

Los asilos de locos están llenos de gente que se cree Napoleón o Cristo.

¿Verdad que, si en efecto lo creen y no le hacen daño a nadie deberían de soltarlos?

Claro, ninguno de ellos llegará a ser Emperador de Francia o logrará caminar sobre las aguas, pero están en su derecho.

Igual con un hombre que se cree tigre o mujer, esos andan sueltos por ahí y no perjudican a nadie (quizá a algunos parientes avergonzados, pero nada más).

Hay mujeres que se creen hombres, desarrollan grandes musculaturas y hasta las hay boxeadoras pero… un momento… si de verdad se creen hombres deberían boxear contra otros hombres, no contra mujeres, suena lógico, ¿cierto?

Es lo mismo que el loco del hombre tigre, ¿cuánto cree que duraría vivo si lo meten en una jaula con tigres de verdad? Un delicioso snack de un minuto de alegría para los tres tigres que estaban tristes trigo trillando.

Lo más importante para el final: ¿era necesaria esa ridícula ceremonia en la Casa de Gobierno?

Claro, cuando se trata de distraer la atención de los verdaderos problemas e intereses del pueblo, todo se vale.

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