La CELAC se estableció en 2010 como una respuesta a la necesidad de un foro de diálogo y cooperación regional que excluyera la participación de Estados Unidos y Canadá. Esta organización se fundó en un contexto de cambio geopolítico en América Latina y el Caribe, con un creciente interés en la autonomía y la independencia de la región. Aunque inicialmente se percibía como un “logro para la región”, con el tiempo, algunos críticos han argumentado que las cumbres de la CELAC se han convertido en «diálogos entre sordos».
El término se utiliza para destacar la falta de resultados concretos y la ineficacia de las reuniones de la CELAC en abordar los problemas clave de la región. Esto se debe en parte a la diversidad de Estados miembros, que tienen intereses y prioridades muy diferentes. La CELAC incluye a países con sistemas políticos, económicos y sociales variados, desde Cuba y Venezuela hasta Chile y Brasil. Esta heterogeneidad ha llevado a diferencias ideológicas y desafíos para llegar a acuerdos.
La falta de mecanismos efectivos de toma de decisiones y coordinación dentro de la CELAC ha contribuido a la percepción de que las cumbres son ineficaces. A diferencia de organizaciones como la Unión Europea, la CELAC no tiene una estructura institucional sólida ni un sistema de toma de decisiones vinculante. Las decisiones se toman mediante consenso, lo que puede ser un proceso lento y complicado cuando hay desacuerdos entre los Estados miembros.
Otro punto crítico es la falta de recursos financieros y humanos para implementar proyectos y programas concretos. Aunque la CELAC ha identificado áreas de cooperación en diversos campos, la falta de un presupuesto propio y de una secretaría permanente ha limitado su capacidad para llevar a cabo iniciativas significativas. Esta limitación presupuestaria a menudo se considera un obstáculo importante para la acción efectiva de la organización.
También se basa en la incapacidad de la organización para abordar de manera efectiva cuestiones cruciales de la región, como la crisis en Venezuela, los problemas de seguridad y el desarrollo económico desigual. Aunque la CELAC ha emitido declaraciones y resoluciones sobre estos temas, a menudo ha carecido de la capacidad para ejercer influencia real y promover soluciones concretas.
Algunos defienden la importancia de la organización como un foro de diálogo político y cooperación regional. Argumentan que, si bien puede haber diferencias y desafíos, la existencia de la CELAC sigue siendo un recordatorio de la importancia de la unidad regional en América Latina y el Caribe. Además, señalan que la CELAC ha organizado cumbres temáticas y reuniones de alto nivel que han abordado cuestiones “relevantes” para la región.
La CELAC por lo que se ve es inoperante, intrascendente y eso se ve claramente al ver la ausencia de resultados en los pueblos que son “representados” en tal organismo que más parece un club ideologizado que una iniciativa que resuelva problemas.