Un equipo de astrónomos del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) descubrió un exoplaneta extraordinario: está compuesto de lava y se desintegra progresivamente mientras forma una inmensa cola de escombros, similar a la de un cometa.
El planeta, denominado BD+05 4868 Ab, se encuentra a unos 140 años luz de la Tierra.
Gira alrededor de su estrella en apenas 30,5 horas y, en cada órbita, pierde minerales de su superficie debido a las extremas temperaturas, que alcanzan hasta 1.600 grados Celsius.
Esta evaporación da origen a una estela de polvo que se extiende por unos 9 millones de kilómetros, casi la mitad de la órbita del planeta, según detalla un estudio publicado en The Astrophysical Journal Letters.
«Se trata de una cola gigantesca, la más extensa detectada en planetas en proceso de desintegración», explicó Marc Hon, investigador del Instituto Kavli de Astrofísica e Investigación Espacial del MIT.
«Astronomers have discovered a rapidly disintegrating exoplanet, BD+05 4868 Ab, located about 140 light-years from Earth in the Pegasus constellation.» pic.twitter.com/7rqBgTucQy
— /video/1 (@Video1onX) April 25, 2025
Un planeta al borde de la desaparición
La investigación señala que BD+05 4868 Ab posee una masa situada entre la de Mercurio y la de la Luna.
Lo que, combinado con su baja gravedad y la cercanía a su estrella, facilita la fuga constante de material al espacio.
Cada vez que completa una vuelta en su órbita, el planeta pierde una cantidad de masa equivalente a la del monte Everest.
De continuar este ritmo, los científicos estiman que desaparecerá por completo en uno o dos millones de años.
Este tipo de fenómenos es extremadamente raro: de los casi 6.000 exoplanetas descubiertos hasta ahora, solo se han observado tres en proceso de desintegración, todos detectados hace más de una década por el telescopio espacial Kepler.
Sin embargo, BD+05 4868 Ab destaca entre ellos por su impresionante velocidad de evaporación y la magnitud de su estela de polvo.
«El planeta podría desaparecer mucho más rápido que los otros conocidos, en gran parte por la intensidad de su estrella anfitriona, que es más luminosa y cercana», añadió Hon.

Un hallazgo inesperado gracias a TESS
El descubrimiento fue posible gracias al satélite TESS de la NASA, especializado en buscar exoplanetas mediante el análisis de variaciones de luz en estrellas cercanas.
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La señal detectada en el sistema BD+05 4868 A, ubicado en la constelación de Pegaso, llamó la atención del equipo por su patrón irregular, diferente al de otros planetas.
«Estábamos buscando señales típicas de planetas, cuando detecté una curva de luz muy inusual», relató Hon.
Esa peculiaridad condujo a la confirmación de que se trataba de un planeta rocoso, extremadamente cercano a su estrella, dejando tras de sí una vasta cola de escombros.
Ahora, los investigadores planean utilizar el telescopio espacial James Webb para analizar la composición del polvo y entender mejor la evolución de este mundo extremo.