La capital de Haití ha sido indiscutiblemente trastornada por la insurrección, la crisis social que actualmente viven sus habitantes, no tiene precedentes.
Estaciones de policía y oficinas gubernamentales saqueadas e incendiadas, aeropuerto cerrado y miles de prisioneros liberados de la cárcel.
Una ola de violencia impulsada por pandillas escaló el jueves 7 de marzo. Las bandas criminales volvieron a generar el caos en las calles de Haití.
Jimmy Chérizier, considerado el líder de pandillas más poderoso de Haití, dijo que, “hundirá a Haití en un mayor caos”.
Haití actualmente no tiene funcionarios electos y carece de un presidente electo desde 2021, cuando el titular, Jovenel Moïse, fue asesinado en su casa.
Un informe de la ONU publicado el jueves pasado dijo que Haití enfrentaba una “situación catastrófica” con instituciones estatales “al borde del colapso”, violencia fuera de control y 1,4 millones de personas “a un paso de la hambruna”.
El ya frágil sistema de salud de Haití también está al borde del abismo , con 18 instituciones de salud que ya no funcionan en la región de la capital, incluido el hospital público más grande del país, el hospital de la Universidad Estatal.
Más de 1.500 personas murieron en los primeros tres meses de este año, frente a 4.451 en todo 2023.
Según se informa, aparecen cadáveres en las calles de la ciudad casi todas las mañanas. Su aeropuerto y puerto marítimo todavía rodeados por las pandillas y cerrados. La capital de Haití permanece en gran medida aislada del mundo.
La Semana Santa vio señales tentativas de una calma en la violencia pero, por ahora, hay pocos indicios de una paz duradera.
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