Tegucigalpa. Entre lágrimas y con profunda emoción, el cardenal Óscar Andrés Rodríguez expresó su dolor por la muerte del papa Francisco, a quien consideraba un amigo entrañable.
Tras participar en los funerales del pontífice, Rodríguez declaró a la cadena Telemundo sentirse «muy triste porque cuando un amigo se va, el corazón tiembla, pero se va para mejor, entonces eso consuela».
Consultado sobre su relación con Francisco, el cardenal no dudó en describirlo como su «amigo del alma, desde hace años».
“Era un amigo entrañable, no de aquí (señaló su cabeza), sino de aquí (señaló su corazón), con detalles tan bellos”, relató visiblemente conmovido.

Recuerdos de una amistad profunda
Durante la entrevista, Rodríguez compartió anécdotas personales que reflejan la cercanía que mantuvo con el pontífice.
Recordó que, tras la elección de Francisco como líder de la Iglesia católica, le pidió que también rezara por ellos, como él siempre pedía que rezaran por él.
También desmintió, entre sonrisas, un viejo rumor sobre la salud del papa. Relató que en una conversación, Francisco aclaró que no tenía un solo pulmón, como se había especulado, sino que únicamente le habían retirado el lóbulo superior del pulmón derecho tras una infección en su juventud.
«Yo tengo mis dos pulmones, mira…», le dijo Bergoglio, mientras abría los brazos en cruz e inhalaba profundamente.
Rodríguez comentó que, tras conocer la verdad, se encargó de informar a los cardenales electores, desmintiendo la versión que podría haber afectado su elección.
«Todos dicen que yo lo hice papa. No, lo hizo papa el Espíritu Santo», enfatizó.
El recuerdo de un santo
Sobre cómo recordará al papa Francisco, el cardenal Rodríguez, con la voz entrecortada, afirmó: «Lo recordaré como un hombre santo. Me tocó convivir con un santo».
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Apenado, pidió disculpas por la emoción: «Capaz que voy a llorar (…) No somos de palo».
El papa Francisco falleció el lunes 21 de abril de 2025, a los 88 años, tras enfrentar varias semanas de complicaciones de salud.
Este sábado fue despedido con un funeral solemne en la plaza de San Pedro del Vaticano, y este domingo se abrió su tumba en la basílica de Santa María la Mayor para recibir las visitas de los fieles.