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sábado, abril 19, 2025

Boric y los dinosaurios

Una imagen casi vívida o vigorosa, pero mística, actualizada por los seriales televisivos del ‘streaming’, me ha recordado la épica bíblica de ficción cristiana de cuando el arcángel Miguel, espada en mano, enfrenta a un dragón que  vomita fuego; así, en un raro parangón, comparo eso con un muchacho, también con nombre de arcángel, Gabriel, no es santo probablemente más bien sea diablo, pero es presidente en Chile, que en un duelo dialéctico, pero real, enfrenta a los “dinosaurios” de la izquierda latinoamericana quienes en su ancianidad, casi senectud, evidencian su decrepitud ideológica y la hipocresía de sus gobiernos respecto a la crisis venezolana.

Y es que la grave situación en Venezuela resulta una dura prueba o auténtica brasa ardiente para los promotores de la dizque “sociedad perfecta” de Marx, en el continente, ante los cuales el mandatario chileno Gabriel Boric, surge coherente en sus planteamiento resultado de sus convicciones ideológicas, a diferencia de sus homólogos de Brasil, México, Cuba, Colombia y Nicaragua.

“El respeto a los derechos humanos no tiene doble estándar”; “Me molesta cuando eres de izquierda y condenas las violaciones de derechos humanos en Yemen o El Salvador, pero no puedes hablar de Venezuela o Nicaragua”, dijo Boric en la Universidad de Columbia, Nueva York, en 2022. Citado por BBC Mundo.

Esa postura firme del mandatario chileno difiere de la actitud de sus homólogos izquierdistas de la región quienes son más reticentes a censurar de forma clara a gobiernos de similar ideología y siguen cautelosos para criticar regímenes autoritarios de izquierda.

Las críticas de Boric a los gobiernos izquierdistas no son nuevas, pues las hizo públicas antes de ser electo en 2021, con solo 35 años, lo novedoso es que, como jefe de Estado, mantenga e incremente tales reproches.

Las divergencias se evidenciaron antes desde que el gobernante brasileño, viejo aliado del chavismo, dijo que se había creado una narrativa sobre la falta de democracia en Venezuela, algo que Boric refutó delante de Lula y Maduro.

Ahora, tras el descomunal fraude del autócrata chavista tras robarle el contundente triunfo electoral a la oposición que encabeza María Corina Machado Parisca, el presidente izquierdista de Chile recalcó: “El régimen de Maduro debe entender que los resultados que publica son difíciles de creer”.

Además, exigió total transparencia de las actas y del proceso y que veedores internacionales, no comprometidos con el gobierno, den cuenta de la veracidad de los resultados.

Ese posicionamiento chocó con la pasividad y cautela de los otros presidentes izquierdistas quienes en lugar de confrontar al dictador venezolano se han mostrado permisivos con su declaración de victoria.

Así, mientras las manifestaciones y protestas aumentan en Venezuela y con ellas el número de muertos, los tres dinosaurios, el exsindicalista Lula en Brasil, el populista López Obrador en México, el exguerrillero Petro en Colombia y en Nicaragua el comandante sandinista y dictador, Daniel Ortega, apenas han impulsado tibias declaraciones desde la Organización de Estados Americanos (OEA).

En tanto, a Boric se le agotó la paciencia y declaró sin lugar a dudas que el régimen de Nicolás Maduro (62) cometió un fraude.

Varias razones se arguyen para justificar esas desavenencias y la primera es la generacional, pues Boric es un treintañero nacido en la etapa final de la dictadura de Pinochet, mientras Lula (78 años), López Obrador (70) y Petro (64) datan de la Guerra Fría en que las revoluciones de Cuba y Nicaragua eran vistas con buenos ojos por la izquierda latinoamericana.

Otra, es que Brasil y Colombia, tienen amplias fronteras con Venezuela y no pueden “poner toda la carne al asador” al colocarse en su contra, no obstante, a los gobernantes críticos Maduro les expulsó a sus diplomáticos.

En ese panorama aparecen además las diferencias entre los dinosaurios de la izquierda latinoamericana y surgen conflictos entre Brasil con el gobierno nicaragüense de Daniel Ortega (78), aliado de Venezuela y otrora también de Lula y su Partido de los Trabajadores.

Ese lío surgió cuando Brasilia expulsó a la embajadora de Nicaragua después que Ortega hiciera lo mismo con el representante brasileño en Managua, molesto porque faltó a una celebración de la revolución sandinista.

El telón de fondo de ese choque fue la molestia de Lula por la indiferencia de Ortega a una gestión que realizó, a pedido del papa Francisco, para liberar a un obispo preso en Nicaragua.

Estas diferencias reflejan mucho más que meros matices retóricos o estratégicos.

La crisis de Venezuela expone la brecha entre la izquierda de Boric y la de los dinosaurios. Además, la posición del chileno pone un alto a la derecha que asocia a toda la izquierda con Venezuela.

Antonia Urrejola, excanciller de Chile en el primer año del gobierno de Boric, afirma que la voz de éste en la crisis venezolana “obedece al necesario recambio que requiere la izquierda latinoamericana”.

Hechos más que palabras, queda claro que Gabriel, el que enfrenta a los dinosaurios de la izquierda, encabeza una izquierda mucho más comprometida con los derechos humanos y la democracia.

No es extraordinario que en los líderes de cualquier ideología y de cualquier parte, aunque parezcan iguales o los mismos haya diferencias, eso es bueno siempre que se entienda que eso posibilita encontrar sus similitudes.

Lo verdaderamente sorprendente, casi excepcional, es que, al fin, después de mucho tiempo, en la izquierda de América Latina haya aparecido un líder carismático, coherente y serio, sobre todo en este tiempo en los cuales se engatusa a ignorantes y estúpidos a través de la exageración y la mentira.

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