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Honduras
sábado, abril 19, 2025

Algunas leyes que no existen…¡Pero que deberían!

Creo que ni usted ni yo llegaremos algún día a estar en la posición de emitir ninguna ley, pero ¿qué bonito se siente con sólo pensar algunas cosas, cierto? Por ejemplo la ley de reciprocidad. ¿En qué consiste? Uno paga impuestos con los que se mantiene el gobierno.

Impuestos sobre ventas, vehículos, propiedades y uso del oxígeno y la luz solar (estos aún no, pero no tardan).

El asunto es que sí, por cualquier razón, usted se atrasa en el pago, más rápido que un niño abre sus regalos, el gobierno le aplica una multa.

Bien (más bien mal), pero ¿por qué cuando el gobierno se atrasa en el pago de salarios, aguinaldos, contratos de obras públicas, etcétera, lo hace impunemente? Debería de haber una ley que condenara a los funcionarios encargados del ramo a pagar una multa, como le cobran a los humildes mortales.

¿Quién lo pagaría? Desde el más alto cargo y de ahí para abajo en forma proporcional de acuerdo a su parte de responsabilidad en el atraso de que se trate.

¿Verdad que suena justo? Otra: Ley de igualdad. Hace tiempo vengo sugiriendo que todos los funcionarios públicos, desde el más alto poporoila hasta el más humilde conserje, por ley sólo puedan utilizar los servicios médicos que proporciona el Estado (que se paga con los impuestos de todos).

Nada de médicos ni hospitales privados, mucho menos en el extranjero. Todos al Seguro Social, Hospital Escuela, Catarino, etcétera.

Verdad que sería justicia que “disfruten” la misma calidad de los servicios médicos que se proporcionan a todos los hondureños.

Igual, pero en educación: Qué bueno que lo mismo se aplicara para escuelas, colegios y universidades. Una ley que obligara a que todos los hijos y parientes de los funcionarios públicos (diputados incluidos) tuvieran que estudiar donde lo hacen los de menos recursos.

Nada de escuelas, colegios y universidades privadas. Con esas dos simples leyes de igualdad estoy seguro que tanto salud pública como educación se verían beneficiadas al extremo (y además se lograría una amplia sonrisa en la mayoría del pueblo hondureño).

Ley para poner en orden a las líneas aéreas: Los que tenemos la capacidad de viajar por avión hemos sido siendo sometidos cada día más al abuso de las aerolíneas, cosa que más bien podía ser catalogado como extorsión

Deberían prohibirse o regularse los llamados “boletos no reembolsables”. La mayoría de los artículos y productos que se venden en el país están obligados por ley (y también por una mínima cortesía) a reembolsar o cambiar los productos que no satisfacen las necesidades de los compradores; todos, menos las líneas aéreas cuyas regulaciones son más estrictas cada día, en perjuicio de sus clientes, que no tienen quién les proteja (de lo que no se puede culpar a la finalización del programa del único protector del público, El Chapulín Colorado).

Es lógico que debe existir algún costo por el cambio en las reservaciones hechas con un plazo razonable de anticipación, pero no perder el total del valor del boleto. Eso es casi un robo a mano armada.

Honduras se supone que es un país soberano y que el gobierno está -sobre todo- para proteger a sus ciudadanos.

Entonces, tienen las líneas aéreas alguna especie de Patente de Corso actualizada que les permite hacer lo que quieran con el público? Aquí hay una buena oportunidad para que Honduras tome la delantera en protección a sus nacionales, como lo hacen otros países, incluyento a los odiados/amados Estados Unidos de Norteamérica.

Si se quiere aún más protección, qué tal obligar a las líneas aéreas a que por ley le otorguen un asiento a todos los que compran boletos? Ya se está dando el caso de que, a pesar de tener un boleto, le cobran por separado el uso del asiento.

¿Es que pueden llevar pasajeros de pie? Empezarán pronto a llevar pasajeros en la bodega de carga, junto a las maletas, gallinas y cerdos, como lo hacían en la antigüedad los buses pueblerinos? No hace falta mucho valor, sólo un poco de patriotismo y humanidad.

Claro, los del gobierno, con boletos pagados por el Estado viajan en primera clase, donde no se producen los abusos e inconvenientes que afectan a la mayoría.

Vamos… ¡Un valiente que se atreva a presentar ese proyecto de Ley! ¡Finalmente lo imposible! En algunos lugares existe una Ley contra la publicidad engañosa que se resume más o menos así: Lo que se ofrezca al público tiene que cumplirse.

Desde luego que lo ideal sería que esa ley incluyera las promesas de campaña políticas “si lo ofrecen tienen que hacerlo realidad” so pena de multas y prisión. Pero, eso es imposible, sólo en sueños, ¡pero qué lindo al menos poder soñarlo!

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