Netflix ha estrenado Adolescencia, una serie británica que explora una de las peores pesadillas para cualquier padre: descubrir que su hijo es acusado de asesinato.
Escrita por Jack Thorne y protagonizada por Stephen Graham, la producción se sumerge en el impacto psicológico y emocional que un crimen de esta magnitud tiene en la familia y la comunidad.
Lo que distingue a Adolescencia no es solo su estremecedora historia, sino su arriesgada apuesta técnica: cada uno de sus cuatro episodios está rodado en un único plano secuencia, sin cortes visibles.
Este recurso, lejos de ser un simple alarde técnico, contribuye a la intensidad y el realismo de la narración.
El primer episodio transmite el caos y la confusión de un niño enfrentándose de golpe al sistema judicial.
En el segundo, los agentes visitan la escuela del acusado y de la víctima, capturando la crudeza del entorno adolescente.
El tercer capítulo se desarrolla casi en su totalidad en una conversación entre el menor y una terapeuta, mientras que el cuarto se centra en el padre, quien debe lidiar con las repercusiones del caso en su vida familiar.
Adolescencia no se presenta como un misterio, sino como un drama humano que cuestiona la transformación de la inocencia infantil en violencia, la influencia de las redes sociales, la presión social sobre los jóvenes y los modelos de masculinidad tóxica.
La serie, dirigida por Phillip Barantini, logra una puesta en escena realista y sin concesiones, consolidándose como una de las producciones más impactantes del año.
El joven Owen Cooper, en el papel de Jamie, ofrece una actuación sobrecogedora, retratando con crudeza el peso del entorno y las circunstancias en la vida de un adolescente.
Con su innovador formato y su potente historia, Adolescencia se perfila como una obra extraordinaria que desafía las convenciones narrativas y emociona hasta el último minuto.