¡Cómo quisiera cambiar a mi pareja!, ¿Por qué no sos normal? ¡Algún día vas a cambiar! Vaya que se nos hace una gran tarea el querer cambiar a las personas. Mucho de nuestro esfuerzo, dedicación y tiempo, lo canalizamos de manera muchas veces frustrada, todo por querer cambiar a alguien.
Y no con mala intención. Muchas veces lo amamos y “pensamos” que la manera que le indicamos que sea es mucho mejor para ellos. Pero no es así. Y en muchos tiempos de compartir con personas, consejería y mentoría, he aprendido que lo único que puede cambiar a alguien es su deseo de cambiar.
En esta vida, si hay algo que todos queremos, ese ser apreciados. Que nos valoren. Sentirnos amados. ¿Verdad? Quiere decir que, cuando un ser valioso para nosotros comienza a criticar algo en nosotros, queramos o no, podemos sentirnos rechazados si no sabemos hacerlo.
Por eso, el Dr. Gary Smalley en su fascinante libro, “El ADN de las relaciones”, habla de que el cambio comienza en aceptar como es cada quien. ¡Suena raro! Pero le garantizo por qué y cómo he podido comprobarlo. Si nosotros vivimos criticando a alguien, de manera sistemática, se pone a la defensiva.
Pues, si no sazonamos nuestras palabras, posiblemente lo estamos hiriendo. Esto es muy común en las relaciones familiares, que en el nombre de la “confianza” creemos que podemos decir de manera directa y sin tapujos lo que pensamos de ellos. Y muchas veces, uno ha actuado así toda la vida ¡Y no concibe cuál es la otra manera de actuar!
Es por ello que aprovechando que se celebra el día del “Amor y la amistad”, comencemos a preguntarnos cómo estamos aceptando a nuestros seres queridos. Quiero aclarar: Aceptar no es celebrar. Si alguien está haciendo por hábito algo que no es correcto. Acéptelo. Si es algo dañino, dígale que no es correcto, pero así lo ama.
Pero mejor aún, usted puede anticiparse y saber que, en materia de pareja, puede elegir y si usted ve muchas “banderas rojas” con las cuales no puede convivir a futuro, es mejor cortar por lo sano. Y no llenarse de falsas esperanzas, secando su corazón con un cambio que, a menos que la persona quiera y se esmere, no lo hará.
Piense lo mucho que a usted le ha costado hacer cambios cuando se lo ha propuesto. Cuando se dispone, “dedicarse a algo” o bien “dejar de hacer tal cosa”, cuesta. ¡También a la otra persona le costará! Por eso debe haber una convicción a largo plazo en ellos de querer hacer el cambio.
La misma Biblia dice que Dios pone “el querer como el hacer”. Y está bien pedirle a Dios porque un ser amado tenga el deseo del cambio. Pero usted, nunca podrá forzarlo. Allí es donde viene la gran tarea con los hijos. O bien con nuestra familia, la cual no podemos eliminar por decreto.
Si usted abre sus ojos y comienza a aceptar a las personas por cómo son, sabrá como actuar frente a ellos, pues no tendrá expectativas falsas de lo que son. Y le alegrará mucho, cuando vea pequeños avances en ello.
Hoy, en este mundo de “likes” y muchas fantasías, “proyectamos” cosas en las personas, que nunca lo serán. ¡Que nunca lo han sido! Y que no podrán llenar los huecos que tengamos en nosotros. Amarse es aceptarse. Acéptese usted mismo para empezar. Y acepte a sus seres queridos.
Pero he aquí la buena noticia. Si ellos son recíprocos a su amor, ellos mismos pedirán ayuda, para hacer esos cambios. El que ama, puede.
Por Enrique Zaldívar
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